Seamos sinceros. Los españoles somos personas a las que nos gusta estar de mala hostia, bien cabreados y discutir por todo el tiempo. Si no es por una cosa, por la otra. Somos un país en el que o se ve negro o blanco. Los grises no nos gustan ni nos interesan. De hecho, a quienes se postulan en esa zona también reciben palos de los dos lados.

Con lo de Cataluña ya tenemos para un mes de extremismos. Que si unos son separatistas y rojos peligrosos, que si los otros unos fachas que solo saben dar palos y no dialogar, que si los que piden dialogar son unos meapilas que no se saben mojar en las cosas importantes... En fin, la excusa perfecta.

Les puedo asegurar que yo, hasta no hace mucho, era de los que daba (más) caña y me posicionaba (más) con estas cosas de la política, hasta que realmente dejé de darle tanto, porque a fin de cuentas te das cuenta de que en ocasiones nos tomamos muy a pecho algunas cosas que no deberíamos, porque los políticos a lo que juegan es a enfrentarnos, tanto unos como otros.

Esa mala hostia la canalizo por otra vía, corriendo y con la bici. Cada vez más kilómetros. Les aseguro que si el resto saliera mucho a correr, jugar a fútbol, baloncesto, hacer ciclismo, senderismo, natación... todo ese cabreo y calentón se desvanecería o no sería tan radical. Porque el deporte, además, invita a que cuando termines te tomes una cerveza sin estrés y totalmente apaciguado.

Pero claro, somos españoles y quizás nos guste más despotricar que llevarnos bien. Si no la vida sería diferente, si no seríamos unos ´desustanciaos´.