Los entresijos de la conjugación verbal no siempre resultan fáciles para los de la parla popular; pero nada hay más complicado en el hablar murciano que el imperativo de ir en forma reflexiva; así que si por aquí oímos que nos dicen «Veros ahora mismo», no es que nos quieran ver con urgencia, sino que nos ordenan que nos vayamos, mientras que la segunda persona del singular se incrementa con una s, que hace aún más rotundo, a más de ridículo, el mandato, como en el inequívoco e incontestable «Veste a la mierda». Pero si el mandato persuasivo lo reforzamos con el imperativo anda, de valor apelativo movilizador, que apremia al interlocutor para iniciar una acción, nos salen unos vocablos compuestos, en apariencia exóticos, pero que nosotros los vemos como muy nuestros: andaverse, andaveste, andaveros, que, con su mensaje redundante, refuerzan el mandato categórico del que ordena y manda, ya sea con intención cariñosa y benevolente («Andaverse antes que sea de noche») o manifiestamente agresiva, sin lugar a discusión (Andaveros a la mierda, que no os quiero ver aquí». Aunque andaversus resulta aún de más impacto.