Buena el reloj de cuco, como en el Un, dos, tres: Cu-cu, cu-cu, cu-cu... ¡Albert Rivera! Respuesta correcta, pero la pregunta estaba incompleta: ¿Quién lidera Ciudadanos en la Región de Murcia? Cu-cu, cu-cu, cu-cu... ¡Campana y se acabó!

Ciudadanos, en general, tiene algunos problemas, en los que ahora no voy a entrar. Pero uno de ellos y principal en lo que a la Región se refiere es la indefinición de su liderazgo. Por lo visto es cosa común en el resto de autonomías, derivada de su estructura como partido. La cúpula no quiere baronías territoriales. Y así, no hay en sus órganos de dirección figuras equivalentes a lo que en otros partidos son la presidencia o la secretaría general. Sin embargo, en algunas Comunidades, muy visiblemente en Madrid y Cataluña, hay líderes (casualmente o no, mujeres) que se han impuesto por su propio carisma, más allá del corsé de la estructura.

En la Región de Murcia, al cabo de más de dos años de existencia de Ciudadanos y con una notable (y decisiva) presencia institucional en la Asamblea Regional y en muchos Ayuntamientos, incluyendo los más importantes, seguimos sin poder responder a la pregunta que titula este artículo. ¿Podría ser Miguel Sánchez? Bien, es quien aparece sistemáticamente en cabeza de la relación de dirigentes, pero su título es el de portavoz. Idéntico al que luce al frente del Grupo Parlamentario regional. Pero la figura del portavoz del partido, en el resto de organizaciones políticas, es más bien secundaria: pertenece al núcleo duro, pero no siempre tiene una función ejecutiva. En este caso, aparece reforzada porque Sánchez es el director, a la vez, de la política parlamentaria, pero queda claro que no es exactamente lo que se entiende por el líder de un partido.

En Ciudadanos explican este descabezamiento en que la suya es una organización horizontal y las decisiones se toman de manera conjunta, evitando el dirigismo. No es así. En Ciudadanos el dirigismo interno es tan visible como en el resto de los partidos, sólo que procede de la estructura central. Las organizaciones territoriales, al menos la murciana, carecen de autonomía, hasta el punto de que uno de los cargos existentes hasta ahora se titulaba sin disimulo ´delegado territorial´, es decir, delegado de la dirección nacional y, por tanto, nombrado a dedo por ésta. Esa figura ha desaparecido en el nuevo organigrama que se dio a conocer ayer, pero, en el fondo, da igual, ya que cada una de las secretarías del flamante comité ejecutivo ha sido designada por su correspondiente en la dirección nacional.

La fórmula de la dirección compartida no es propia de partidos del signo de Ciudadanos. Más bien pertenece al imaginario de los nuevos grupos de izquierda, y digo al imaginario porque sobre esa intención se han acabado imponiendo, como en el caso de Podemos, liderazgos prácticamente autocráticos. En el fondo, lo que revela la inexistencia de una figura presidencial en Ciudadanos es la desconfianza en los dirigentes locales, a los que se mantiene en vilo. Es cierto que, en teoría, parece más democrática una organización sin un líder definido en que las decisiones se adopten de manera compartida, pero la práctica indica que en tiempos de predominio de la imagen sobre los contenidos la figura de un líder compacto es fundamental para atraer adhesiones electorales. Esa figura existe (Albert Rivera), pero en Ciudadanos no pueden aspirar a que cuando el partido está en marcha, con sus sombras y contradicciones, una sola persona siga soportando sin desgaste toda la estructura de un partido con aspiraciones de alcanzar una representación sustantiva en los procesos electorales. Puede que en un primer momento, los votantes de Ciudadanos no tuvieran especial interés en conocer los perfiles de las candidatos locales, pues les atraía el discurso regeneracionista y de derecha reformista opuesta al inmovilismo y la corrupción del PP que representaba Rivera, pero Rivera ya se ha mojado, para bien o para mal respecto a sus intereses de crecimiento, y sin un reforzamiento de líderes en abanico puede que su potencial, y en consecuencia el de su partido, quede estancado o neutralizado.

El nuevo comité ejecutivo regional de Ciudadanos, que se dio a conocer ayer, es un paso en positivo, a pesar de esa tara del descabezamiento. El fichaje de Miguel López Bachero para las áreas sectoriales y de programas es importante, pues se trata de una personalidad con ideas avanzadas y pragmáticas, abierto a los conocimientos de la nueva sociedad y con capacidad de atracción para implicar a otras personas relevantes en sus iniciativas. Francisco Álvarez (Acción Institucional), portavoz de Ciudadanos en el ayuntamiento de Alcantarilla, es una persona discreta, un valor político ´oculto´, pero de gran rigor político. José Luis Ros (Comunicación) es una vocación política imparable, que combina juventud, experiencia y determinación. Valle Miguélez (Organización) es un pequeño misterio para el público en general, pero no para Ciudadanos, donde la tienen por alguien muy eficiente. Y Lola Jiménez, también concejal de Alcantarilla como Álvarez, es una dirigente muy valorada desde el principio, pues ocupó espacios relevantes en las candidaturas.

Sobre el papel parece un buen equipo, desde luego extraordinariamente renovado, pues sólo sobreviven el portavoz, Miguel Sánchez, y Valle Miguélez, ésta ahora con una responsabilidad más complicada y delicada. Del núcleo duro han salido pesos pesados hasta ahora en la organización como Mario Gómez (ojo, Ballesta, pues ahora sólo tendrá dedicación para la política municipal de Murcia), Puche y Banet. ¿Tendrá esto consecuencias en un partido de estructura tan volátil como Ciudadanos?

Insisto en que el nuevo equipo es bueno, pero sigue faltando un líder a quien se le identifique como tal. A no ser que lo tengan guardado para sacarlo a pasear al calor de las elecciones.

Cu-cu, cu-cu, cu-cu...