Sin ánimo ni intención de que me subiese la tensión o sufriese la mayor retención de líquidos de mi historial médico, me senté frente al televisor, sin voz, con la radio puesta. Decían que se estaban abriendo los colegios ¿los colegios de qué? Oía decir que los vecinos de Cataluña acudían a ejercer su voto, con o sin sobre ¿voto de qué? Vi una urna que se caía con los votos ya recontados; vi niños votando y sirviendo de escudos, y descubrí que el primero que llegaba era a quien nombraban presidente de la mesa. Me fui a la cocina y antes de meterme nada en la boca, sin saber por qué leí la etiqueta, mi bocado era de Albacete. Volví al sofá, hablaba Puigdemont, me fui al baño y sin saber por qué leí la etiqueta del champú, es de Alicante; la del gel de baño de La Toja y la del papel higiénico de la avenida de Puig de Santa Coloma del Llobregat. Decidí ducharme. Hoy le he regalado todos los rollos a mi vecino del Barça. Y ahora ¿qué? Pues decir aquello que se les dice a quienes es mejor no analizar: «Como son como son». Ahora ¿gracia? Ninguna.