Una investigadora sobre periodismo definió éste como una ventana a través de la que se muestra la realidad a las personas y a la sociedad en general. Esta metáfora es muy acertada para definir lo que es la prensa y de cómo los medios de comunicación trasmiten el devenir del mundo dependiendo de cómo sea su ventana. Cuanto más grande sea este mirador más veraz y plural será la información que transmitan.

Al igual que los medios de comunicación, los políticos y los dirigentes de organizaciones sociales y económicas también tienen sus ventanas, aunque a veces éstas sean pequeñas y las tapen con banderas. Las ventanas de algunos de los implicados en la toma de decisiones sobre la llegada del AVE a Murcia y el soterramiento se han ido estrechando con el paso de los años hasta llegar a una simple mirilla por la que apenas se intuye lo que hay al otro lado.

Se han ido despegando de la realidad, haciéndose una idea distorsionada de las cosas. En estos días, incluso esas mirillas (antaño ventanas) han sido tapadas por banderas de España, exhibidas ante el referéndum catalán. La incógnita está en estos momentos en saber si esas enseñas les han impedido ver la gran manifestación que el sábado pasado recorrió la ciudad de Murcia con cerca de 50.000 personas en la calle, reivindicando lo que durante décadas se ha venido reclamando: el soterramiento de las vías del tren antes de que llegue el AVE a la capital.

Una reclamación de sentido común para todos aquellos que miran la realidad desde una ventana panorámica y no desde una estrecha mirilla. El PP debe tomar nota de esa gran movilización y comenzar por el principio. Aparcar el debate que ellos mismos han provocado, que en resumidas cuentas es ´Soterramientos versus AVE´, y empezar a aprender a conjugar el mantra que coreaban el sábado los manifestantes: «No al muro. No al AVE sin soterramiento».

Y eso se hace con hechos y no con palabras. Aún no se ha oído a ningún miembro del Gobierno regional ni del Gobierno local hablar de los presupuestos que van a asignar al soterramiento para el próximo año, si tal y como dijo el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, ese proyecto irá para el 2018. Las obras costarán cerca de doscientos millones, que deben ser sufragadas en porcentajes distintos por el triplete de Administraciones.

Así, la Comunidad Autónoma debe poner encima de la mesa casi treinta millones de euros, una cantidad que no es muy elevada supone un obstáculo importante para las arcas comunitarias debido al estado en que se encuentran. Tampoco el Ayuntamiento está para tirar cohetes, sujeto al control financiero de instancias superiores. La Administración local tiene que aportar, según el convenio firmado en 2006 unos nueve millones de euros, casi la mitad de las inversiones de todo un año para el municipio de Murcia, unas inversiones que muchas veces se quedan en el papel y no materializan. La cantidad más ´gorda´ le corresponde al ministerio de Fomento, que debe destinar 160 millones al soterramiento. Si el año pasado el Estado recortó a la Región un 17% de sus inversiones y en 2016 Murcia sumó el peor dato en España de inversiones, suena un tanto extravagante el compromiso del ministro.

Por nadie pase.