El gran Charlot siempre sorprendió a propios y extraños por su manera de interpretar a sus personajes que, aún sin hablar, transmitían sentimientos muy profundos. Se puede entender un poco más el talento interpretativo de Charles Chaplin cuando uno se para en su biografía y descubre que prácticamente era huérfano de nacimiento, ya que su padre murió cuando tenía nueve años y su madre perdió la razón cuando el futuro actor contaba con 12 años. Toda una tragedia.

Eso mismo es lo que le ha pasado a la Región y, en concreto a Murcia, que sigue batallando para que el AVE no llegue en superficie y la ciudad no sea partida por un muro inconcebible en el siglo XXI. La orfandad política que padecen estas tierras va camino de convertirse en crónica y en problema enquistado, sin que nadie pueda remediarlo y pueda poner los medios suficientes para que esta Comunidad autónoma algún día sea considerada.

El PP está en una tesitura tanto nacional como regional de salvar los muebles por causas distintas. Unos por el problema de Cataluña y los otros, los de aquí, por el conflicto que se han generado en torno al soterramiento y por la imputación del líder supremo popular, Pedro Antonio Sánchez, que en próximas semanas dejará paso a Fernando López Miras como presidente de los populares murcianos.

La sensación de orfandad se ha acrecentado estas semanas cuando nadie en el partido de Gobierno ha alzado la voz para ponerse del lado de los vecinos desafiando la doctrina oficial y el pensamiento único, que tanto les gusta a los populares promocionar. Es más, han hecho todo lo contrario. Han sacado lo mejorcito para decir que el muro no es un muro y que el soterramiento está ya a la vuelta de la esquina (si las hemerotecas hablaran...).

Hay otro detalle importante que ha ayudado a que en Madrid también se vea a los murcianos como huérfanos políticos. Al parecer, un alto cargo de esta Región, que está pendiente de ajustar cuentas con la Justicia, ha insinuado a sus colegas de Génova subrepticiamente que le tiren un salvavidas, que no es otro que recurrir al clásico de toda la vida. Que le den un cargo remunerado en alguno de los organismos que el Estado tiene fuera de España.

No ha pedido un mejor trato para su Región o ha intercedido para ponerse del lado de los vecinos. Para exigir un soterramiento que a Murcia se le debe por tanto incumplimiento y tantos desplantes a lo largo de décadas de ningunear los intereses públicos. No, al parecer ha dejado caer en Madrid la necesidad de que le den ´un carguico´. La cuestión es que en Génova se han hecho los locos, temiendo las consecuencias mediáticas que tendría el colocar en organismos vinculados al Estado a un imputado. En cierta manera, a esta político murciano le habrá quedado también la sensación de orfandad, como a la Región que en la esfera pública le ha dado todo. A ambos, siempre les quedará el teatro y la interpretación, como a Charlot.

Por nadie pase.