Ser militante socialista constituye un riesgo para la salud. Soportar el avance de los resultados de las elecciones internas durante la hora y pico que duró el recuento de ayer es un ejercicio a prueba de nervios y palpitaciones. Y al final, el resultado menos apetecido en el fútbol, pero más trepidante en política: empate. Vale, se daba por descontado que el pulso estaría entre Diego Conesa y María González, pero nadie lo habría imaginado tan apretado. Las urnas han sido tremendamente burlonas al dictar un «ni para ti ni para ti». Idéntico porcentaje de votos con tan sólo unas décimas de diferencia a favor de Conesa. Ufff.

Una visión pesimista resumiría: el PSOE está dividido en dos bloques idénticos. La receta consecuente para recuperar algún optimismo sería: unidad de los dos candidatos para que la organización no se hunda en conflictos. Ni siquiera cabe recurrir al dato de que el tercero en discordia, que ha obtenido el 12% de los votos, podría ayudar a cualquiera de los aspirantes que quedan en liza a distanciarse de su respectivo adversario. Francisco Lucas ha recibido 544 papeletas; en el supuesto de que éstas se diversificaran a un lado y a otro, la diferencia del ganador sería muy limitada, y el supuesto problema de la división interna seguiría presente.

No obstante, la pregunta espontánea para la segunda vuelta es: ¿a quién apoyará Lucas? Hay una película española, una comedia, con un título pintiparado para la ocasión: Perdona, bonita, pero Lucas me quiere a mí. El candidato de El Raal se va a convertir en las próximas horas en el boy más solicitado de la pasarela. Sus próximos aseguran que, dado que él mismo suponía de antemano que ocuparía la tercera plaza, había concebido el propósito de no decantarse por alguno de sus competidores. Pero está por ver lo que le aconseja su equipo y cómo responde a los requiebros de los otros candidatos. Y también si quienes lo han votado aceptarían mayoritariamente sus indicaciones, en caso de que al final se decidiera a hacerlas. Lucas no es Le Pen, por suerte para él. De entrada, le han fallado las dos agrupaciones cartageneras con que contaba, que han volcado sus mayorías en favor de María González. Nada está seguro de antemano, y menos en determinadas plazas. Por cierto que para González ha sido decisivo el apoyo de un viejo adversario, el exalcalde de Beniel, Roberto García, a cuya tutela podrían regresar en la segunda vuelta algunos de los apoyos que se fugaron con Lucas.

La foto de los dos montones idénticos de papeletas indica con claridad que el PSOE está partido a mitad y mitad. Visto desde arriba no es un problema grave, pues Conesa y González son dos dirigentes perfectamente compatibles, y de hecho, hasta las primarias nacionales, mantuvieron la misma sintonía. Como siempre, será más complicado conciliar a algunos de los seguidores que mantienen las discrepancias con más radicalidad. La cuestión es más complicada si los resultados de ayer se analizan pueblo a pueblo y agrupación por agrupación. Ahí es donde se perciben las grandes diferencias de apoyo a los dos candidatos, y son raras las mesas en que se da un equilibrio equivalente al registrado en el conjunto regional. Hay localidades donde se aprecia especialmente el tirón de uno u otra, sitios donde uno de los candidatos arrasa y el otro se queda con unas pocas sobras, si acaso. Esas agrupaciones que han apostado tan masivamente por una de las partes quizá no se conformen fácilmente con un liderazgo regional conquistado con un pequeño porcentaje de diferencia en el recuento general.

En una mirada rápida al panel de resultados por agrupaciones se detecta con claridad que esta vez, a diferencia de las primarias nacionales, los militantes se han mostrado, en líneas generales, en sintonía con sus respectivos dirigentes locales. No han andado tan sueltos ni han expresado un comportamiento tan rebelde como en la ocasión anterior. Esto significa que el PSOE murciano, cuando juega en el damero territorial, vuelve en buena medida a su ser tradicional. Es un dato significativo porque se puede deducir que los aparatos cuentan y para estas elecciones no han sido desbordados.

El PSOE tiene hasta el domingo una nueva prueba, ya definitiva, en el mano a mano entre Conesa y González. Uno de los dos será el nuevo líder regional. Un solo voto de diferencia podría decidirlo, pero no bastará ganar por un puñado de ellos o por unas décimas, como ayer Conesa. Las direcciones socialistas han funcionado siempre con una oposición interna (a veces solo latente; otras, más revuelta) que se suele cifrar en no más de un 30%, pero sería muy complicado dirigir esa organización con un bloque de otro 50% enfrente. De modo que ellos sabrán cómo lo van a hacer, pero antes incluso de llegar al próximo día 30 tendrán que ir pensando, y dando respuesta también a los propios militantes, en qué fórmula concibe cada uno de los aspirantes para estructurar la unidad. En teoría, no debería ser difícil, pero la práctica suele estropear muchas teorías.

Mientras tanto, señoras y señores militantes socialistas, cuidense esas taquicardias, que queda otro recuento.