Las encuestas reflejan la preocupación de la ciudadanía por la falta de calidad de los políticos, pero en la Región no ganamos para sustos. Cada vez que a los diputados o a los consejeros del PP se les ocurre alguna idea, hay que echarse a temblar. Hemos visto cómo hacían dejación de sus obligaciones y, en vez de trabajar por los intereses de los electores que les habían votado, se dedicaban a sacar brillo a los gobiernos de la Comunidad y del Estado para salvarle la cara a los ministros. No hay más que ver el estado del ferrocarril en la Región para comprender que no solo han timado a la ciudadanía que les dio su voto, sino que se han convertido en un peligro. Lo demostraron cuando intentaron desmantelar el yacimiento de San Esteban, porque decían que no tenía ningún valor, y los propios ciudadanos impidieron que los camiones se llevaran lo que quedaba de las ruinas. Hemos vuelto a sufrir su irresponsabilidad con el Mar Menor, cuya degradación no llegaron a ver hasta que fue irreversible, y lo han intentado con el faro de Cabo de Palos. Incluso han tenido el descaro de ponerse a sí mismos la medalla cuando vieron el peligro de que la privatización del faro acabara en otra plataforma como la del soterramiento. Ahora no piensan en otra cosa que en trabajar para que la Región pierda su conexión natural con Madrid por Cieza y Hellín. Su única obsesión es hacer realidad el viejo proyecto del Ministerio de llevarse los trenes de Cartagena y Murcia por Alicante. Les da igual pasar a la historia como responsables del abandono de una línea que en 2018 cumplirá 156 años.