Di papá ¿eres tú mi papi? Desde que EE UU, y quizás también en un futuro en España, si se aprueba la ley de maternidad subrogada (vientre de alquiler), a veces podría suceder que no solo el aforismo de pater est quem nuptiae demonstrant (se presume que el padre es el que está casado con esa mujer, mientras no se demuestre lo contrario) que la traducción huertana es «en la casa ha nacío». Puede que también el aforismo mater semper certa est (la madre siempre se sabe quién es) empiece a fallar.

Si se admite el vientre de alquiler hay que cambiar el refrán de «viva la madre que te parió», por el de «viva la madre que te engendró». Lo cual tampoco sería un gran problema, pues la madre biológica es siempre la madre auténtica. Otra cosa es que quien realmente ejerció de madre sea otra persona, en cuyo caso la cosa variaría. Lo malo es para el hombre, pues si es verdad que una mujer siempre sabe quién es el padre, salvo error u omisión, sin embargo el varón puede ignorar su paternidad. De ahí que estén surgiendo como setas las reclamaciones al respecto. Unas, con indudable éxito, como Jaime Ostos, Ruiz Mateos o la otra gota de agua que es El Cordobés Junior. Pero hay otras veces que se dan palos de ciego, con o sin razón, con o sin pretensiones económicas o de notoriedad, para pedir ser hijo/a de un famoso. Léase Pilar, que resulta que su padre no fue Dalí (hay quien de coña dice en las redes sociales, que a lo mejor se confundió y quería decir Gaudí).

Y aprovecho para hacer un breve inciso, porque he oído que se van a querellar contra la jueza que dio la autorización para exhumar a Dalí. Tiene bemoles el asunto. O sea, que si llega a ser el padre no pasa nada, pero al no serlo es una delincuente la jueza. Lástima que no se nos exija en la oposición a juez un tema sobre videncia porque a lo mejor nos evitaríamos estas cosas. Cuando hay ciertos indicios de ser cierto lo que se pide, debe probarse lo solicitado, y en los supuestos de paternidad es evidente que estando muerto el posible padre sea preciso acudir a su ADN. Si se hubiese negado la extracción del mismo, Pilar Abel se habría quedado indefensa. Acudiría al Tribunal Constitucional o al de la Unión Europea y revocarían casi seguro esa negativa a la exhumación. Si hay alguna responsabilidad no es de la jueza sino en su caso, si hubo temeridad y mala fe, de la solicitante. En fin, la ignorancia siempre ha sido muy atrevida.

Ocurre que el presunto padre está muerto, y en ese caso muchos años (que también pienso que Pilar podría haberlo pedido antes), porque si estuviese vivo se le puede sacar un poco de baba, y a examinarla en un laboratorio. Pero ¿y si se niega a que le saquen esa babita? El Tribunal Supremo acaba de ser muy contundente en su sentencia de Pleno de fecha 18 de julio (con perdón) de 2017, siendo ponente un juez murciano, que ha dicho (todo es opinable) que quien se niega de forma injustificada a realizar la prueba de paternidad es el padre (ahí queda eso). La razón es que «no cabe primar la actuación de quien obstaculiza sin razón la averiguación de la verdad, teniendo a su alcance la posibilidad de facilitar a la otra parte y al tribunal la solución del problema litigioso» (sic). Lo del tribunal lo entiendo, pero lo de la otra parte... Si en los pleitos se facilitara la labor de la contraparte, sería muy interesante.