En las pelis, incluso en aquellos dibujos animados, nos presentaban ´nuestra parte mala´ como un pequeño demonio que en momentos de duda aparecía sobre uno de nuestros hombros enfrentándose al angelito, siempre rubio, que aparecía en el otro. Hay quienes siguen esperando la rojiza aparición y, mientras tanto, amasan dinero, metiendo codos y poniendo cuernos. ¡Es así y ellos no lo saben todavía! En el otro extremo, los que hemos visto al del tridente pequeño en más de una ocasión, somos los ´poco arriesgados´ y para los valientes, ´unos sin sangre´. En este grupo me siento bien y a los del otro no les temo (aunque a veces no los ves venir). Los que no me gustan son los que utilizan los momentos débiles de los demás para convertirse en sus demonios. Eso es lo que ha pasado estos días en las manifestaciones pacíficas de la Plataforma Pro-soterramiento. Esos que no tienen figura propia han aprovechado la ocasión para dejar escapar su rabia y gresca, tirando la piedra, disfrutando y escondiendo la mano. Ruines y desarmados, ocupando con violencia un espacio que no les pertenece, manchando la trayectoria de unos vecinos que siempre utilizan la razón y la paciencia a favor de conseguir sus objetivos. Pobres. No nos habéis confundido. Se os ha visto venir.