Qué miedo da cuando te lanzan al vacío sin esperártelo, pero qué importante es que lo hagan a pesar de que te sientas, como mínimo, inseguro. Lo que nunca te imaginarías que fueras a hacer durante tus primeros días en los que comienzas algo nuevo, acabas haciéndolo: «Ve en busca de tal, que está en tal sitio y pregúntale esto y lo otro». Te palpita el corazón, te sudan las manos. Aquello que siempre te han puesto de ejemplo y te han pintado en la Facultad como una situación ´idílica´ comienzas a percibirla como si fuera casi una aventura ´peligrosa´. Te lo piden, y entonces por tu cabeza te rondan algunas preguntas: «¿Seré yo capaz de hacer esto...?¿Podré hacer yo esto otro€?» Pero es ahí cuando realmente tienes que sacarte las castañas del fuego y apañártelas como sea. «Si te lo han dicho a ti es porque confían en que lo podrás hacer bien», te dice una parte de tu cabeza. «Pero es que nunca he hecho nada así...», te responde la otra. Da igual, eso ya no sirve. Es entonces cuando aparecen los instintos de supervivencia (que aunque parezca mentira a veces, el ser humano también los tiene) y decides dar un paso al frente y encaras ese problema que quizás, sin tú mismo saberlo, puede ser tu salvación. Lo intentas hacer y sacar de la mejor forma posible. Así es. Y ahí es cuando te das cuenta del favor que te han hecho al ´soltarte a los leones´: Tú mismo te autogestionas tu exigencia, te solucionas tus propios problemas, aprendes a tomar soluciones y a asumir responsabilidades. Créanme, no hace mucho tuve que dar un salto al vacío y no sabéis lo que agradecí que me ´obligaran´ a hacerlo.