Olé tus ovarios. La expresión se multiplica en el registro de entradas del wasap de la alcaldesa de Cartagena. Y no porque en ellos (en los ovarios) haya una fiesta a la espera de su inmediata maternidad, sino en sentido figurado por la expeditiva destitución de su socio del MC José López de los cargos de vicealcalde y concejal de Infraestructuras. Nunca una decisión de Ana Belén Castejón fue celebrada por tantos y tan diversos mensajeros. Qué alivio, por Dios.

No hay que subrayar que se trata de un gesto de alto riesgo. La alcaldesa ha destituido al líder del partido con el que mantiene una coalición de gobierno, pero no ha roto esa coalición. Y se trata, además, de un partido unipersonal, montado en torno al Gran Hombre. Cabría suponer que a renglón seguido de la destitución de López, la dirección de ese partido ordenaría el pase a la oposición de sus cinco concejales para dejar a su verdugo en la soledad de los seis socialistas y enfrentada a la hostilidad lopecista y del resto de los grupos adversarios, que conforman en conjunto una mayoría absolutísima con la que Castejón tendría muy complicado seguir gobernando, aunque sólo fuera por falta de manos. Nada de esto ha ocurrido, como sin duda previó la alcaldesa: el MC, gracias a su posición en el gobierno municipal, dispone de una veintena de interesantes sueldos, y no es cosa de tirar el pan por la ventana. De modo que la coalición PSOE-MC permanece a pesar de que el líder de este último carezca de instrumentos de gestión y su cabeza haya sido cortada en la plaza pública y arrojada a un cesto, al modo de los oportunos usos cartagineses y romanos que nuestro colaborador Sabiote tuvo el acierto de retratar en una de sus viñetas.

La ruptura vendrá después.

La coalición permanece, sí, pero muchos se preguntan por cuánto tiempo. Las concejalías están repartidas entre los dos partidos coaligados, y hay escasa comunicación entre ambos bloques por no decir ninguna. Tras la caída de López, la desconfianza se ensanchará, y es probable que se demuestre la imposibilidad de manejar un Ayuntamiento como el de Cartagena con dos equipos diferentes en contradicción interna permanente.

Pueden ocurrir dos cosas: una, que finalmente MC renuncie a sus nóminas para hacer una oposición frontal y vengativa, una posibilidad que puede retardarse más o menos, pero que se produciría sin muchas dudas antes de las próximas elecciones, para tomar carrerilla ante ellas. Y otra, que la alcaldesa, si observa que persisten los modos contra ella y su partido, dé un segundo puñetazo sobre la mesa y rompa ella misma la coalición, que justificaría en los mismos motivos por los que ha despedido a López: deslealtad y desconsideración.

Si atendemos a la personalidad de López, proclive al histrionismo, nadie hubiera sospechado que Castejón lo tenía tan fácil para quitárselo de encima. Sin López, Cartagena sigue en pie, y con el valor añadido de que ya nadie la ridiculiza institucionalmente. Visto lo visto, la alcaldesa es muy capaz de romper la coalición y quedarse sola. Cuenta para esto con la ventaja de que, mientras ella ha mantenido y mantiene una vía de diálogo más o menos amable con el resto de los grupos (PP, Cs y la marca local de Podemos), López los ha despreciado públicamente a todos una y otra vez y ha elevado las discrepancias políticas a personales con portavoces y concejales, aparte de que su electorado potencial compite con los dos primeros, y esto hace más difícil la ´solidaridad´ de la oposición al PSOE con el desbocado representante del populismo localista.

Lo curioso es que poco tiempo antes de que Castejón destituyera a López, éste había llamado al secretario regional del PSOE, Rafael González Tovar, para advertirle de que estaba dispuesto a romper el pacto si no metía en cintura a Castejón. Ésta, con mucha sorna, se dirigió después a López para exponerle su perplejidad por el hecho de que hubiera recurrido a Murcia para resolver problemas propios de Cartagena cuando su política consiste en reprochar a los demás su supuesta dependencia exterior. Pero más en serio le recordó que la líder del partido en Cartagena era ella, y era ella quien tomaba las decisiones, cosa que López tuvo ocasión, a su pesar, de constatar al poco. Sin embargo, su destitución no debió llegarle por sorpresa, ya que si su llamada a González Tovar no fue un arrebato, en algún momento previó romper el pacto de gobierno, lo que habría supuesto su dimisión y la del resto de los concejales con el objeto, claro, de hacer caer a Castejón. Lo que no dijo al secretario regional del PSOE es qué alternativa proponía como paso siguiente que no fuera entregar el gobierno municipal al PP, ya que, insisto no hay en la oposición grupo alguno que sea proclive a pactar con el jefe de MC.

Sin embargo, tampoco Castejón podrá encontrar otro socio para sustituir al partido de López en el caso de que él o ella acaben rompiendo el acuerdo de gobierno que a malas penas subsiste, sino que tendría que encomendarse a pactos circunstanciales con los demás, que no estarán dispuestos a dejarla crecer, y menos a sabiendas de que se ha revelado en poco tiempo como un inesperado animal político con extraordinarias condiciones para manejarse en esa selva a prueba de exploradores temerarios.

Fin de una convivencia tóxica.

Y no son sólo las dificultades para encontrar el respaldo necesario a sus propuestas de gobierno sino incluso para llevarlas a cabo en caso de ser aprobadas. Si sus concejales ya van hasta arriba con la acumulación de competencias que les toca gestionar ¿cómo se desempeñarían con la totalidad de las funciones? Tendría que acudir a los recursos que permite la ley de ´grandes ciudades´, y ni con esas. Pero es obvio que esa perspectiva de futuro complicado no ha supuesto una limitación para Castejón. Ha cortado por lo sano con López, y en vez de temer a sus posibles represalias lo ha amonestado maternalmente, como corresponde a su actual estado de premamá, al advertirle sobre que si se porta bien y se dedica a hacer los deberes estaría dispuesta a reponerlo en su cargo. Los dos años de convivencia previa, con López de alcalde, han bastado para que la inspirada Castejón analice psicológicamente el estado de adolescencia política de un personaje que se inició como adalid contra la corrupción y ha acabado, mediado el mandato municipal, imputado por los mismos supuestos delitos que denunciaba, basados en el municipalismo de amiguetes.

La imputación, más vergonzosa por lo prematura, no ha arredrado a López para seguir ejerciendo, como cuando gobernaba Barreiro, su incontinencia para la divulgación de dimes y diretes, ahora ya contra sus propios socios de gobierno. Y esto es lo que ha acabado con la paciencia de Castejón. El exalcalde ha ido soltando insinuaciones sin pruebas sobre supuestas relaciones del PSOE con Hidrogea, la empresa concesionaria de aguas, tal vez basándose en que este partido votó a favor, durante el gobierno local del PP, de la prolongación del contrato de esta empresa para mantener la gestión durante varias décadas más, una vez que concluya su actual adjudicación a finales de este año. Es cierto que esta empresa adelantó trece millones de euros al equipo presidido por Barreiro, tal vez para que el Ayuntamiento ajustara algunos sobrecostes del auditorio del Batel, y que posteriormente la Corporación le prolongó el contrato, por unanimidad, incluida IU, hasta mediados de siglo, cuando es probable que ya no vivan algunos de los que firmaron esa autorización. Un caso que llama la atención, que Podemos ha recurrido, y cuya responsabilidad, en cualquier caso, no afecta a este partido ni al de López, ambos sin presencia institucional durante el mandato de Barreiro. Pero sería absurdo suponer que Castejón, cuya responsabilidad ejecutiva es muy reciente, pudiera tener algún compromiso inconfesable con alguna empresa concesionaria aun en el caso, sobre el que no hay siquiera indicios y menos pruebas, de que sus antecesores en la secretaría general del PSOE local se hubieran avenido a contraerlos.

La destitución de López ha tenido la virtud de desvelar formalmente la insostenibilidad de una relación política tóxica alimentada desde el principio como tal por la personalidad del líder del MC, incapaz de refrenar su heterodoxia política y acomodarla a una convencionalidad más práctica y efectiva. En el futuro más cercano, en el tiempo que resta de mandato municipal, esto introduce cierto alivio, a pesar de las dificultades para la gobernación, pero hay muchos que temen que el gesto de Castejón tenga consecuencias a la larga, pues López maneja con gran soltura los mecanismos del victimismo y podría fortalecerse como candidato electoral para 2019. Fenómenos menos previsibles se han visto en la vida política. Como contrapeso a esa posibilidad hay quienes estiman que la ´experiencia López´ ya ha tenido su momento de gloria y se ha visto lo que ha dado de sí.

Mientras tanto, el wasap de la alcaldesa rebosa de mensajes de exaltación metafórica a la potencia de sus ovarios cuando en realidad todo lo ha diseñado con su muy buena cabeza.