Al final somos lo que hemos visto que han sido en nuestras casas. Salvo excepciones, que las hay. A mí me gusta el ciclismo porque mi abuelo me sentaba a su lado para ver a ´los carreristas´; me gusta leer porque cuando pienso en mi madre me la imagino leyendo; me gusta el ´buen comer´ porque en mi familia nunca se ha escatimado en ´sujetar bien el mantel´, me gustan las corridas de toros porque recuerdo con nostalgia el coso de Sutullena lleno hasta la bandera y yo dando la lata (siempre me hacía pipí en el momento menos oportuno), y me gusta la franqueza porque he visto que en mi casa la verdad ha ido siempre por delante, aunque doliese. Así que con franqueza opino que me parece un auténtico castigo de Dios que Otegui llegue a Barcelona y sea recibido con aplausos y vivas. ¡No es un santo! Sus números lo dicen todo: 54 muertos y más de 220 heridos. ¡Oye, y lo reciben con música! ¡Sí, sí, a Otegui! ¿Increíble? Pues realidad. Me pregunto dónde estaban los animaliatas ese día. Esos que cuando un torero da la vuelta al ruedo se desnudan y se clavan banderillas. Sin ánimo de ofender, y lo pido por favor: No nos castiguen más. No se rían más de nosotros.