El verano es tiempo de coche. De mucho coche. De la playa a la ciudad, y viceversa, cantidad de veces. Algunas, solo. Y la radio acompaña. La radio de hablar. Me entero así de muchas cosas. Rechazo otras. A pesar de que disgustaré a bastantes, me atrevo a decir que la vuelta del color verde sucio al Mar Menor no es culpa de los vertidos. Es culpa del proceso encharcador al que se somete a esta agua cercada, encerrada. La CHS ha vigilado y sólo ha detectado, y últimamente, muy pocos de estos vertidos, que además están en proceso de solución. El Mar Menor tiende a hacerse charco, si pierde la conexión con el Mayor, de quien es hijo. Antaño, en los levantes supremos, sobre todo en invierno, el agua saltaba las dunas y renovaba las aguas marmenorenses. La muralla de edificios lo impide ahora. También impide la aportación de arena que era la causante de su salinidad. Los dos mares mantenían así un equilibrio, que era la causa del paraíso de caballitos de mar y posidonias de los 60.

Pero, en fin achaquemos parte de la culpa a los vertidos. Los vertidos vienen del uso, muy reciente, de desalobradoras domésticas, al alcance económico de los agricultores. Oigo (en la radio, claro) que estos ingenios aprovechan hasta el 80% del agua tratada, y el resto, pecador resto, a la rambla. Los agricultores deberían plantearse desalobrar más. Hasta llegar a un porcentaje de salmuera asimilable por unos, por ahora inexistentes, estanques de evaporación, situados estratégicamente por todo el Campo de Cartagena. Es decir, dos o tres niveles de desalobración consecutivos. Más coste, claro que sí; pero lo inasumible sería no regar, ni roturar. Deberían pensárselo. Serían autónomos para regar y tratar sus residuos, bajo la supervisión de la CHS. Y los mercados estarían siempre conquistados. Pormenores, para los técnicos. Más barato que abandonar cultivos, desde luego.

En otro programa de radio me entero, por los habitantes de Garoña, que el cierre se debe no a la prudencia del Estado para clausurar instalaciones obsoletas y cuidar de la salud pública, sino por decisión de las empresas eléctricas que la gestionan, que no han querido pedir la prórroga, perfectamente compatible con la seguridad del entorno. Y que ahora, las instalaciones, concluida la concesión, pasan a ser del Estado. Bien: ¿por qué el Estado no continúa con la producción eléctrica de Garoña, y lanza por las redes la energía eléctrica que precisan todas (todas) las desaladoras estatales (alguna autonómica también) del Sureste? No hace falta que Garoña esté por aquí. La electricidad ´vuela´ por la maraña de cables que cruza España. Se elimina la intermediación de las voraces eléctricas, y el agua saldría con toda seguridad más barata que pagando los portazgos de las Tres Hermanas (Ib, Endesa y GN). Hagan cuentas, que salen. Las desaladoras que suministran energía a las desaladoras estarían libres de sequía (el mar las abastece) y con energía asumible para los costes. Todo tras un acuerdo económico-social con los regantes, colectivos o particulares, de dicho Sureste. Los mercados del norte europeos abastecidos, feroz invierno incluido, por la agricultura del Sureste, con sus problemas de producción asegurados.

Y tres, ésta de cosecha propia. No de la radio. Fue el ingeniero y escritor Juan Guillamón quien subía los gráficos de la web Embalses.net a las redes sociales. Me fui a la fuente, y curioseé por ella. Salta a la vista que los embalses de cota baja siempre están llenos, y los de río arriba, vacíos. Aparte de los afluentes, para mí está claro que las Tres Hermanas desembalsan más que los trasvases. Y lo hacen (sospecho) lo mismo ahora que hace décadas. Para nada han revertido en rebajar la energía de procedencia hidráulica lo que producen en el resto de procedencias: eólica, fotovoltaica, biomasa, etcétera. ¿Por qué no se obliga a estas empresas a ahorrar agua que serviría para consumo humano y regadío? La misma cantidad que sacan en otras fuentes energéticas, que lo ahorren en agua de los altos embalses, para envíos al seco sureste, sin escandalizar a los altorribereños del Tajo. Eso sería justicia social. Sepan los habitantes de Entrepeñas y Buendía que el agua se la llevan a Portugal más que al Sureste.

Y, en fin, a ver si estas ideas, que veo factibles, cogen vuelo y llegan a buen puerto.