La victoria del pasado sábado en un Bernábeu a reventar y con un colorido poco habitual en cualquier estadio de España, dejó con pie y medio a la Roja en el Mundial de Rusia, pese a que Lopetegui diga que se está clasificado o no se está. La victoria ante Italia volvió a mostrar a una Selección si bien no redonda, si competitiva frente a rivales de su altura, algo de lo que adolecía en los últimos torneos internacionales. No es fácil culminar una transición. España va camino de terminar esta transición. Lo hace además con poso y con las ideas claras. Lopetegui tiene claro el patrón y a partir de ahí busca una mayor cantidad de variantes para enriquecer el juego del combinado nacional.

En un mercado de fichajes marcado por las cifras desorbitantes de Mbappé y Neymar, se ha demostrado que no hay mejor inversión que el futbolista español. Le ha ido bien al Madrid cuando ha mirado al mercado nacional mientras que el Barça ha mostrado mayor confusión cuando dejó de mirar a la Masía.

La madurez de Asensio e Isco hace mirar con optimismo de cara al próximo Mundial. Dice Simeone que cuando las cosas se tuercen no le gusta moverse mucho. Si te mueve te generas más confusión a ti mismo dice. Lopetegui no entró en Las Rozas con la idea de una revolución sino de una evolución a partir del modelo que nos hizo ganar. No tendría sentido despreciar un modelo copiado por nuestro sucesor, Alemania, y que además nos hizo ver un camino a seguir, dejando atrás la época de la furia. Ahora sí. Ya podemos pensar en Rusia.