Reconozco que viajo por las carreteras españolas como lo hacen los niños: intentando descubrir en el horizonte un toro de Osborne; sin duda, una genialidad del diseño gráfico que forma parte de nuestro patrimonio cultural y sentimental. Pero el otro día descubrí gozoso a la entrada de un pequeño pueblo un paño de azulejos con otra excelente muestra del arte publicitario, el del mítico Nitrato de Chile. ¿Lo recuerdan? La silueta negra de un señor con sombrero y a caballo, sobre un fondo amarillo chillón ¡El tiempo que hacía que no veía uno de ellos! Hace años era habitual encontrar este mural formado con losas en las primeras casas de cada pueblo o en las casillas de los Peones Camineros, pero como tantas otras cosas se las ha tragado el paso del tiempo... Como los toros de Osborne en las carreteras, los carteles de cerámica de Nitrato de Chile deberían estar protegidos.