Debo de haber estado toda mi vida, desde que doña Ana me enseñó a leer, equivocada y como si una borrachera continua me hubiese atrapado en el tiempo, debo de haber estado tan perjudicada que no he dejado de leer los libros al revés. Es la única conclusión que saco a la hora de preguntarme de dónde me viene tanta estupidez; de dónde me vienen estos bloques tan brutales de desconocimiento, de dónde me viene mi escasez de entendimiento y, lo peor y más preocupante, qué me impide comprender que «todas las naciones son España». ¿A qué médico, especialista o traumatólogo de las neuronas voy? Por lo pronto, voy con el carro de la compra al herbolario. Puede que la melisa me venga bien. ¡Qué pobre ilusionada! Creí de verdad que algo había cambiado y sigo leyendo al revés. Mejor no darle la vuelta al libro. La realidad puede ser de infarto. ¿Querrá decir noción en lugar de nación? ¿Ya no vivo en una Región? ¡Dios, somos Alicia tras el espejo! Aquí, en mi nación, después de veinte años el PSOE de mi nación tiene posibilidades de traspasar el espejo pero me temo que andan más preocupados en destacar que el PP, de mi nación, ya no se columpia con brío.