La mayor amenaza contra el libre comercio es el libre comercio. Por eso se persigue tanto a los manteros y a los vendedores de mojitos en las playas, no por la materia fecal, que la materia fecal está en todas partes, sino porque la venden de manera libre. Significa que la expresión ´libre comercio´ es un invento para disfrazar y defender los monopolios. A poca historia que se estudie, uno descubre que los que se llaman partidarios del libre comercio son absolutamente proteccionistas cuando las cuentas no les salen. La lucha entre el liberalismo y el proteccionismo es más ficticia que real sin consideramos que los temperamentos liberales son los que se comportan en la práctica de forma más proteccionista. Hagan cuentas de lo que nos ha costado a los españoles en los últimos años salvar a la banca liberal y comprenderán de qué hablamos cuando hablamos de amor.

—Libre comercio, sí, pero con reglas —dicen cuando se trata de perseguir a cuatro manteros.

Ya conocemos las reglas y lo que hemos pagado por mantenerlas. También sabemos de qué modo el llamado libre comercio ha arruinado a comunidades enteras de campesinos y ganaderos de todas las partes del mundo. Cuando escuchamos que se va a firmar un nuevo tratado de libre comercio entre dos potencias mundiales, nos echamos a temblar, porque seguramente no tiene otro objeto que el de condenar a muerte al pobre campesino de Ecuador, por poner el ejemplo de un país que podría ser la despensa de media humanidad.

El mejor tratado de libre comercio debería ser el que no se firma, pero eso -nos dirán- es una forma de idealismo idiota, ya que las cláusulas más importantes de estos tratados son las que vienen en el apartado de las restricciones. Ahí, en las restricciones, es donde nos encontramos al mantero y al vendedor playero de mojitos, como si nunca hubiéramos encontrado una rata muerta en el fondo de un bote de refrescos de una marca importante. Todo ello por no hablar de la materia fecal que, en forma de productos bancarios, nos han estado vendiendo los partidarios del libre comercio a los que hemos tenido que rescatar con nuestro IRPF.