Los lugares abandonados tienen una atmósfera especial, inquietan como los cuadros de Friedrich, y cuanto más grandes más lo hacen. Junto al aeropuerto de San Javier existe un antiguo autocine que impone por su tamaño y por su ubicación, clavado en mitad de una zona agrícola, descontextualizado. Me recuerda a la base de la estatua de LOST, junto a la que Jacob elucubraba sobre la bondad y la maldad. Hoy en día ahí continúa la pantalla, soportando con dignidad su falta de función, de uso, dando una sórdida bienvenida a los Ryanair.