Estoy aquí sentada y, en serio, que no quiero oír, pero lo estoy haciendo, y como el tema se está poniendo cada vez más intenso, pues más intensidad que le estoy dando yo a mi sistema auditivo. Menuda papeleta la vuelta al cole. Cuando yo era escolar (¡Virgen de los Dolores!) seguro que en la cola de la tienda de ultramarinos mi madre también se apoyaría en el hombro de alguna conocida, para encontrar cobijo y, sobre todo, fortaleza para enfrentarse a la compra del material escolar. Recuerdo cómo me llevaba con ella a la librería del barrio más cercano y, sin el arte pistolero que para otros temas derrocha, sacaba de su bolso la hoja arrugada y subrayada. Yo, medio acostada en el mostrador, me dedicaba a abrir los libros y olerlos. ¡Qué cosas! ¿Quién no lo ha hecho? Mi madre, igual que la señora de aquí al lado, se dedicaba a abrir el monedero y a mentalizarse del gasto. Dice esta buena mujer que la factura de su menor son 250 euros y que la mayor entra en la ESO. ´Eso´ dice la amiga, que en septiembre «salen más euros que los que entran»,

y que «empieza la cuesta abajo hasta Navidad».