Con agosto se viene mejorando el tiempo. Menos calor de día y las noches más suaves y, algunas de ellas, con una brisa que se agradece. La buena noticia es que a una madre, ya muy popular y llamada Juana Rivas, de Granada y separada de su marido, que es italiano, se le ha unido el pueblo de Maracena y muchísima gente en una campaña orquestada por su asesora en asuntos de violencia de género con el eslogan de 'Juana está en mi casa'. Y ello viene a ser como réplica a las noticias que vienen de la justicia de que no se soluciona lo solicitado por Juana, cual es que no devuelva sus hijos al padre y se queden con ella en España y, a partir de ahí, se dialogue y busque una solución buena, sobre todo para los hijos.

Mientras tanto, he podido ver en televisión dos buenas películas que surgen de dos novelas muy buenas. Una de ellas procede de la novela Una historia madrileña, de mi compañero y amigo Pedro García Montalvo, dirigida por José Luís Cuerda, y que en el cine toma el título de La viuda del capitán Estrada. Una buena película con excelentes protagonistas, sobre todo la viuda, interpretada por la actriz Ana Galiena. La otra película ha sido Carol, de la novela de Patricia Highsmith, del mismo nombre. Ahí la intérprete de Carol, Cate Blanchett , está insuperable, como casi todo lo que viene haciendo la maravillosa actriz, que nos recuerda en sus labios y pómulos, en ese rostro tan aparentemente duro, a otras grandes, como Jeanne Mareau, recientemente fallecida.

Iban pasando los días de agosto y, hasta el pasado jueves, la normalidad se establecía, tanto en el clima como en la función familiar. Nos vinimos a casa y con los amigos (por cierto, celebramos un cumpleaños al que acudimos amigos que hacía que no veía más de 30 años). Y ahora, seguimos con la propuesta reivindicativa de aquella Juana que tuvo mala suerte con la justicia y con los abogados que puso para su caso. Y digo que 'Juana está en mi casa' como podría decir 'Juana somos todos' pues, como los demás que llevan el cartel en las manifestaciones de 14 ciudades, estoy con ella, a su lado, reivindicando que nadie que haya usado la violencia de género y haya maltratado a su mujer puede luego reclamar a los hijos cuando la madre se los lleva para que no sufran más.

Y en ello estoy, atento a las noticias, esperando que Juana deje de llorar cuando le aparezca otro destino mejor, el que todos esperamos, que sea más coherente, sobre todo por los niños, mientras veo ese cine, el cine que, a veces, se me pasa por alto y, cuando se acerca por alguna antena, lo cojo para que no se me escape nuevamente, aun sabiendo que el televisor nunca me dará la calidad de la pantalla cinematográfica,

Se me olvidó decir que estos días pasados pusieron también una buena película de Carlos Saura ( Paco Rabal, extraordinario), en la que trabaja también como personaje condenado por aquella justicia de Llanto por un bandido el mismísimo Luís Buñuel, y en la que la censura cortó la escena en la que el director de Calanda aparece como verdugo en el filme, mientras paseo el cartel señalando que 'Juana está en mi casa', esa Juana que ahora está en busca y captura y que reclamará su petición al Constitucional al tribunal de Derechos Humanos en Edimburgo, y pedirá al fiscal la revisión de la causa argumentada. Y espero justicia, porque esta Juana, como hay muchas más en esa violencia de género todavía con falta de legislación más ajustada a casos así, no está 'fuera de ley', sino que está también esperando justicia.