Resulta curioso que cuando viajamos a una ciudad, no dejamos un museo ni una iglesia por visitar. Vemos hasta la última piedra. En cambio, hay museos, conventos, salas de exposiciones en nuestra propia ciudad que nunca hemos visitado, que pasamos a diario por delante de sus puertas y nunca nos planteamos dedicarles una mañana. Curioso.