Quienes tenemos alguna experiencia en comunicación política somos capaces, por lo general, de apreciar la genialidad aun cuando ésta se produce en el bando contrario, un poco como cuando vas perdiendo 5-0 el partido decisivo para el ascenso y te pones de pie a aplaudir la chilena por la escuadra que faltaba para la media docena.

La jugada que voy a comentar no es, ay, de ésas. Antes, al contrario, a mí me recuerda a esos piscinazos indignos de la segunda parte de la prórroga que algún árbitro mastuerzo se traga y convierte en penalti.

Me refiero, cómo no, a la apropiación por parte de la derecha del concepto ´linchamiento virtual´. Y a mí que esas dos palabricas juntas siempre me han parecido un poco oxímoron, como ´sexo virtual´ o así, ya que hasta el corriente nunca nadie ha tenido que ir a urgencias por un hashtag mal dado en toda la boca. Pero es que en la versión que tiene puesta el PP en bucle este verano la neurona hace eco, de lo cutre. ´Izquierda linchadora´ es la última idea fuerza de las lumbreras de comunicación del partido en el gobierno (espero que más bien de sus becarios), y a fuerza de machacarla más que el ´Despacito´ intentan que amalgame, que tú digas la primera palabra y ya te salga sola la segunda, como pasa con Zipi y Zape o ´marco incomparable´.

La Operación Chinchamiento, como prefiero llamarla, viene de hace unos meses, cuando Rafael Hernando acusó a, cómo no, la izquierda linchadora de la muerte de Rita Barberá (no a las múltiples causas penales en su contra, ni al hecho de que nadie en su partido le cogiese ni el teléfono, ni al delicado hígado de la senadora). Argumentos muy parecidos se repitieron cuando lo de Blesa. Y ya llegó el becario a darle a todos los botones. Hace unos días Andrea Levy declaró, en una entrevista para la web de Pérez-Reverte, que la lectura de La casa de Bernarda Alba había hecho de ella una revolucionaria. El choteo masivo en Twitter (donde aún se acordaban de Cospedal llamando al PP «el partido de los trabajadores») no se hizo esperar, aderezado cómo no con las habituales andanadas de odio, la inevitable ´grasa de bar´ de esta red social. Aún no ha pasado una semana y ya hay voces pidiendo la beatificación de la diputada, mártir incorrupta de la izquierda linchadora la izquierda linchadora la izquierda linchadó vale, ya, ya lo pillo, Luis Fonsi. Gracias.

Voy a curarme en salud añadiendo que el ciberacoso no me parece en absoluto un chiste, pero también me voy a permitir desconfiar de quienes lo confunden una y otra vez con los exabruptos y groserías que se oyen en Twitter y a los que, qué cosas, la izquierda no es en absoluto ajena. Echad un vistazo a las cuentas de @agarzon, @monicaoltra, @Pablo_Iglesias_ o @AnnaGaSabate y contad si podéis las veces que los amenazan con el paredón (o superior) para daros cuenta.

Entonces, ¿qué hacer cuando alguna lumbrera independiente nos vuelva a salir con el rollo de la izquierda linchadó -la izquierda linchadó- la izquierda linchadora, amigos?

Yo recomiendo chupito. O pedirle al karma que tengan que pitar algún día, aunque solo sea un partido, en Segunda Bé. Pero sin mal rollo, eh. Por vivir una experiencia. Una pedagógica, en concreto. Todo saldrá bien.