La falta de hechos tiene lo que tiene. Claro, como lo del Peñón no sale, y lo de la fobia al turismo ya aburre, pues hay que buscar nuevos horizontes. Así que, desenterrando mitos, aparece un debate que de verdad ni me aburre, ni me preocupa y lejos está el que me motive. Lo podríamos titular ´De vueltas con el tema´. Dicen, este verano de 2017, que quienes de pequeñas cantamos lo de «lunes antes de almorzar una niña (...) pero no pudo, porque tenía que planchar», por haber oído aquello, y peor, por haberlo cantado y recordar la letra aún, como mujeres nos ha debido de provocar daños morales irreversibles. ¡La verdad, estoy asustada! No me noto nada raro pero los síntomas me pueden venir sin avisar y más cuando soy consciente de haber crecido a golpes de Barrio Sésamo. Resulta que ahora fue lo más machista del mundo mundial. Ya me noto calor, pronto me llegarán las convulsiones y, para colmo, suena el Despacito, que es de lo peor, aunque nadie se sabe la letra. De esta no salgo. Para colmo, bailé el jula jop, salté la botibota y aún guardo con cariño mis barriguitas. ¡Estoy sentenciada!

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