No, amigos, hacer el mal no trae cuenta. Los pilares de la moral judeocristiana que sustentan nuestra sociedad (ya se sabe, eso de que las malos actos traen castigo y los buenos premio) se han tambaleado cuando muchos delincuentes de cuello blanco se iban de rositas. Para muestra, Urdangarin, con su casco de la guerra de las galaxias y su moto pasándolo genial en Suiza. Pero los últimos acontecimientos comienzan a mostrarnos que no sale rentable tanta corrupción y tanta maldad. El número de suicidios, accidentes y graves enfermedades que rodean a los más graves casos de corrupción relacionados con la belle epoque del PP en este país, comienza a ser muy preocupante. El último caso, el suicidio de Blesa. Desde Leopoldo Gómez, Francisco Sánchez Arranz alias 'Paco Iberia', Isidoro Cuberos, hallado al fondo de un barranco, José Martínez Núñez, empresario gallego, pasando por María del Mar Rodríguez, 'la mujer del senador' que se suicidó en un hotel de Bilbao, o Francisco Yáñez, Juan Pérez Mora, 'el falso juez', también suicida, hasta el caso de Rita Barberá. La lista es ya de película de Scorsese. No voy a entrar en teorías de la conspiración, que datos para ello hay de sobra, pero me quedaré en el aspecto humano que se desprende de tanta tragedia y tanto sufrimiento. ¿De verdad trae cuenta? ¿De verdad es rentable llevárselo tanto y a manos llenas para acabar así? ¿Destrozar a tu familia? Horas de juicios, procesos y abogados. Es el fin de una era, de una forma de entender la política, de aquellos años dorados de Aznar que encumbró a tantos a arribistas que se pusieron cerdos de ganar pasta. Quedan muchos aún que está imputados y que estarán pasando lo suyo. Desvelándose detalles de facturas en 'bebidas alcohólicas' (menudo eufemismo) de 3.500 pavos y cacerías de 20.000. Y esto me hace pensar: ¿les ha merecido la pena? Nos arruinaron y se arruinaron la vida. Qué pena y qué forma de entender la política.

Abrazote chillao.