Una de las leyendas urbanas más extendida durante mi niñez fue la de que Locomotoro había muerto. Locomotoro era el más gracioso de Los Chiripitiflauticos; siempre aparecía en la pantalla ataviado con camisa de cuadros, pantalones de peto y boina, realizando una increíble pirueta, consistente en inclinarse hacia adelante, apoyado sólo en las punteras de sus zapatos y sin caerse de boca, como si fuese la torre de Pisa. La de batacazos que nos dábamos intentando imitarle. Aún recuerdo cuando Televisión Española anunció la dura noticia: Locomotoro ha muerto. Pero ocurrió que, o la cadena no se expresó bien al pretender anunciar la muerte del personaje, no la del actor, o que millones de españoles no lo entendimos. ¡La de padrenuestros que recé yo por el alma de Paquito Cano, el intérprete de Locomotoro! Y ahora, cuarenta y tanto años después, husmeado por Internet, me entero de que está vivo, de que se retiró en plena popularidad del mundo del espectáculo para dedicarse, al parecer con bastante éxito, a los negocios. Ahora es un anciano que vive rodeado de nietos y biznietos y al que imagino dejándolos boquiabiertos con su truco de inclinarse como si fuese la torre de Pisa.