Con esto de la vivienda, en este país nos hemos quedado como gato escaldado, que se asusta solo con ver el cazo del agua. Y es que la experiencia ha sido muy dura para los propietarios durante la Gran Crisis. Los precios llegaron a bajar un 40% desde el pico de 2006. Algo inaudito en la historia de España.

El Gabinete de estudios del BBVA vaticina que los precios crecerán por encima del 3%. Y enseguida surge la pregunta: ¿estamos al principio de otra burbuja?

El dato que mejor prevé los movimientos del mercado inmobiliario es el del paro. Encontrar empleo hace que las expectativas de la gente joven (y no tan joven) mejoren. La tendencia natural, reprimida durante estos años, es que los hijos se independicen y creen un nuevo hogar, con su pareja o, cada vez más a menudo, en solitario.

Otro fenómeno que dinamiza la venta de viviendas es que por primera vez se juntan las propiedades de nuestros padres, que se van muriendo inevitablemente, con las que la generación de gente madura actual ya compró. Las ventas procedentes de herencias son una proporción cada vez más importante en el conjunto de transacciones. Y, aunque parezca mentira, aparecen nuevos compradores y vendedores de la mano de divorcios y separaciones. Muchas parejas decidieron aguantarse un poco más simplemente porque el inane mercado inmobiliario les impedía vender su vivienda para irse cada uno por su lado.

La respuesta que dan los expertos a la pregunta de si hay otra burbuja inmobiliaria es que no. Los precios están aún al nivel de 2004, muy por debajo de su máximo. La demografía y la economía animan a los compradores y vendedores, y los bajos tipos de interés engrasan toda la maquinaria. Si estás pensando en comprar o vender una vivienda, encontrarás pocos momentos más favorables que este.