A todos nos encanta que nos den un chute de motivación. Una charla, un vídeo, una conferencia, un curso, una frase€ Es algo necesario que debemos conocer y que nos empuja hacia donde queremos llegar. Sin embargo, creo que antes deberíamos poner encima de la mesa otros ingredientes.

¿Por qué los que ponen las frases más recurrentes en las redes sociales y apelan al ´Yo puedo´ dándose golpes en el pecho, mostrándose vía selfies para que todos sepan de ellos, son los que menos se las aplican? Aquí algo no cuadra.

Lo que no encaja es la base€ Antes de buscar/encontrar qué es aquello que te motiva debes saber quién eres; debes recorrer qué valores, qué emociones, qué sentimientos, qué pensamientos son los que rigen tu vida. Una vez reconocidos todos, podrás saber hacia donde dirigirte ¿Qué empujón necesitas para llegar a ese lugar? ¿Cuál es el motor que te lleva hacia tus metas? ¿Es un motor potente, fuerte, fiable, o es simple paja, que a la primera dificultad te va a dejar tirado en la cuneta?

¿Cuántas veces salimos de un curso de motivación con la adrenalina por las nubes y con las ganas de ponernos a hacer cosas? ¿Esas ganas e ilusión por ponerse en acción perduran en el tiempo o son fuegos artificiales que en un momento suenan a esplendor y con el paso del tiempo se olvidan?

El autoconocimiento te va a llevar a sitios insospechados, hará que logres lo que nunca hubieras soñado, te hace sentir más allá de lo que imaginas€, pero, sobre todo, te hace fuerte; te hace consciente, te hace sabedor de lo que tienes entre manos, y te pone al pie de lo que necesitas para cumplir tus sueños. Ahora sí que puedes encontrar esa motivación, ahora sí que puedes saber lo que hace que te muevas, ahora sí que es mucho más fácil elegir qué precisas para seguir caminando.