La única constante en el mundo es que todo cambia. Y el sector de los seguros crediticios es uno de los que más va a transformarse en breve y que menos evolucionado está.

En Murcia, este complejo hábitat, como en todas partes, no es ajeno a las alteraciones evolutivas. Al contrario, las aseguradoras deberían tener la obligación de prever cuanto antes las nuevas necesidades y adecuar su oferta a estas tendencias. O lo que es lo mismo, detectar oportunidades de negocio.

Pensemos cómo las compañías de seguros, en distintos ámbitos, tienen que afrontar nuevos retos: la creciente longevidad de las personas (para los nacidos hoy existe una esperanza media de vida de cien años), los coches autónomos (los accidentes de tráfico se reducirán drásticamente y por ende las primas derivadas de los seguros), etc. ¿Pero, quién está preparandose para cuando esto ocurra?

La evolución vertiginosa se está produciendo en todos los ámbitos como las nuevas tecnologías, medicina, robótica, medio ambiente o transportes. Están transformando radicalmente nuestra forma de relacionarnos, de hacer negocios, los hábitos de compra, trabajo, alimentación, etc. Vivimos en la era de la globalización y la hiperconectividad.

En este contexto, las empresas deben poder detectar a tiempo los cambios y dar respuesta con nuevas coberturas aseguradoras.

Las empresas que no entienden la evolución de su entorno o no son suficientemente versátiles acabarán sucumbiendo. Reiterado fue el ejemplo de Kodak que no supo valorar el riesgo de la cámara digital para su modelo de negocio. Esto mismo le sucederá sin duda a muchas de nuestras empresas en el futuro cercano.

Sólo los mejores son capaces de anticiparse a estos cambios. Las que ayer lo intuyeron, diseñan hoy productos en el sector asegurador adaptados a la demanda de mañana.

En lugar de esperar a que ocurra y ofrecer alternativas, tenemos que percibir y responder en el acto.

En el mundo del seguro de crédito que conozco bien, a la compañía CESCE hay que ubicarla, sin duda, en esa categoría de empresas de mirada certera sobre la realidad, que emprendió hace años un camino que está revolucionando el sector. Los verdaderos cambios no avanzan de modo gradual, sino que están marcados por revoluciones en las que un paradigma entra en crisis después de haber estado en una posición dominante durante décadas.

Dogmas tradicionales del seguro de riesgo comercial han ido cayendo como el de la obligación de cubrir la globalidad de las ventas de la empresa.

Gracias a CESCE parece que se le ha dado la vuelta al seguro poniendo el foco de atención donde realmente está el elemento central del riesgo, y a partir de ahí desarrollar servicios diferenciales. ¿Por qué no proporcionar financiación a las empresas con independencia del tamaño y naturaleza del negocio? ¿Por qué no poner a disposición de las empresas mecanismo outsourcing con su propio conocimiento para el control de sus carteras de clientes? ¿Por qué no ayudar al empresario a la búsqueda de posibles nuevos clientes para hacer crecer el negocio en cualquier rincón del mundo? ¿Porqué no cubrir sólo la ventas de los clientes que la empresa escoja?

Todo esto es ya una realidad y el mundo empresarial tiene acceso a ello desde hace algunos años.

Los que trabajamos a diario dentro de una Insurtech estamos obligados a un aprendizaje y esfuerzo de adaptación continuo. Y por qué no decirlo, hay algunos momentos de incertidumbre, pero también la posibilidad de un progreso constante en el desarrollo del conocimiento

Pero esto sólo acaba de empezar. Es la continuación de una revolución que ya no debe parar. El mundo evoluciona, y nosotros con él, con una rapidez vertiginosa donde el futuro es cada vez más inmediato: Plataformas on-line donde libremente se pueda buscar algún potencial cliente, activar o desactivar sus vigilancias y coberturas en cualquier momento, acceder si se precisa a servicios de recobro, etc. Son claros ejemplos de habilidad y optimismo en la construcción del nuevo seguro que ya está aquí.

Estos cambios se ven también propiciados por cambios culturales e históricos. El sector empresarial no vive al margen de sus sociedades: influyen en ellas y reciben su influencia, respondiendo a intereses sociales y económicos.

Creo sinceramente, como madre que soy, que las nuevas generaciones deben de aprender a encontrar su función en una economía basada en la digitalización y automatización y, en esta búsqueda, el enfoque hacía la creatividad es ineludible. Y no olvidemos que el fin último de todo esto es mejorar la calidad de vida de las personas.