Se celebra estos días el II Festival Intercultural alSur, por las fiestas de mi barrio, que es el de El Carmen, en Murcia. No sé si os parece poca cosa, si dará de sí el tema como para dedicarle un Amor a presión, dada mi tendencia a arreglar el mundo (cuando no me pongo con el universo) en este espacio. Y bueno, es verdad que el mundo va a seguir sin arreglarse, que la renta nos va a seguir saliendo a vomitar, que quienes tributan en Suiza van a seguir empeñados en hablar de Venezuela y que Europa seguirá teniendo fronteras de naufragio y concertina para unos y de alfombra roja para otros, porque alSur es solo una miniatura. Pero una miniatura de algo grande. Y tirando a hermoso. Os cuento.

Por unos días, las muchas comunidades migrantes que conviven en el Barrio participan, en pie de igualdad, en la vida institucional de su distrito. Por unos días, los carmelitanos presumimos de riqueza cultural ante un Ayuntamiento que no solo pretende encajonarnos contra el muro del AVE sin soterrar, sino también despojarnos de nuestro espacio para la cultura en el Cuartel de Artillería.

Las resistencias a que los vecinos se vienen enfrentando para poner en pie un festival como éste, asambleario, callejero y de bajo presupuesto, darían para un capítulo (más bien una temporada completa) aparte, pero vamos a quedarnos con lo bueno: que tal vez las zancadillas indican que cabalgamos, que el Barrio saca pecho por unos días, tirando de dignidad contra la guetificación y la gentrificación que penden sobre nuestras cabezas, y que en esa miniatura, como en el Aleph de Jorge Luis Borges, es visible el universo, o al menos esa otra Murcia posible que no margine a su mitad sur, que no condene a su parte currela a vivir contra el muro de Berlín del AVE, mientras se lleva la financiación a los barrios fetén.

Cómo sería esa Murcia sin relegar e invisibilizar a los murcianos migrantes, cómo nos iría si la izquierda transformadora no insistiese en separarse en chiringuitos y se pusiese, como en esta ocasión, al servicio del tejido social de los barrios (municipalismo lo llaman, confluencia, también), qué pasaría si la institución se mantuviese abierta y a disposición de toda la diversidad humana de este lado del río o qué oiríamos si nos escucháramos son preguntas que tal vez puedan responderse, por unos días, durante las fiestas de mi barrio, que son las tuyas. No pierdas el Sur, es el lema este año. Asómate por lo menos, añado.