¿Qué es esa tontería de que somos la primera generación cuyos hijos van a vivir peor que sus padres? Nuestros hijos ya viven mejor que nosotros, y van a más. A lo mejor somos nosotros los que tenemos que cambiar el chip mental para deshacernos de prejuicios sobre en qué consiste una vida mejor.

Para empezar, esta generación está comprando menos coches que la nuestra. Y es que la generación actual es mucho más urbanita y sabe sacar mucho más partido a la economía de costes que supone vivir en las grandes ciudades, que facilita un transporte público bastante barato, multimodal y con una gran capilaridad y alcance geográfico. Igual estos chavales no tienen coche, pero se mueven más, a menor coste y son más felices.

A continuación está la cuestión de la salud, que no es poco. Y no solo es que nuestros hijos vivirán probablemente casi una década más que nosotros, sino que su calidad de vida cuando lleguen a mayores será mucho mejor que la nuestra, gracias a los avances médicos. También influirá el que la preocupación por el medio ambiente y la salud colectiva se traducirá en atmósferas menos contaminadas...

Y finalmente queda la gran preocupación: ¿habrá suficiente trabajo para ellos? La misma preocupación tenían nuestros bisabuelos cuando desaparecía la ocupación en el campo, y ahora nosotros con la desaparición del trabajo industrial. Pero si lo pensamos bien, ¿qué trabajo realmente hace un cura para conseguir vivir de su oficio? No es una crítica, es simplemente un ejemplo de que aquello por lo que la gente está dispuesta a pagar (por consuelo espiritual, por ejemplo) es tan infinito y variado como los copos de nieve en una nevada. Así que olvídate de preocuparte por tus hijos, y disfruta de la vida que aún te queda.