He tardado un tiempo en hacer referencia a las donaciones del fundador de Inditex por dos razones: la primera es que he esperado a la subida de las acciones de una empresa que fabrica papel de fumar para hacerme con unos eurillos extras. La segunda, relacionada con la anterior, es que dicho ingreso me va a servir para matricularme en un máster que me permitirá adquirir seguridad a la hora de emitir juicios rotundos como muchos de los que en las pasadas fechas han opinado sobre las donaciones de Amancio Ortega.

Tiene que ser guay el poder hablar sentando cátedra, aunque no se tenga ni puñetera idea, y no dudar, ya les contaré. Yo dudo continuamente, por eso admiro a esas personas que sentencian cada vez que emiten un sonido. Además, unos corren diariamente, otros hacen yoga y los de más allá se dedican a practicar ´inditexia´, me explico: cuando Amancio Ortega efectúa una donación se convierte en chivo expiatorio de todo lo que está mal, al tiempo que sirve de catarsis en la triste vida de los amantes de la inditexia. Pero hay una cuestión importantísima y es que criticar al donante los hace sentirse mejor, convirtiéndose en justicieros que con agudas observaciones señalan todos los problemas, no sólo de España, del mundo.

Ahora que lo pienso, este gallego consigue un doble beneficio. Por una parte destina un dinero a la Sanidad y por otro, muchas personas se sienten mejor mentalmente. Estos días me he encontrado con opiniones de esta índole «La explotación infantil en sus negocios no se limpian con donaciones» o «Pasa un cuestionario por Bangladesh a ver qué opinan». No sé si al opinar de esta manera lo hacen basándose en el Código de Conducta y Prácticas Responsables Grupo Inditex. Este código, resumiendo, indica que Inditex no emplea a nadie que no tenga 16 años cumplidos y que todos sus empleados desarrollen su trabajo en lugares seguros y saludables, entre otros puntos, señalando que en caso de incumplimiento del código la compañía cuenta con un procedimiento de notificación que permite a cualquier persona relacionada con ella denunciarlo de manera confidencial.

Menos mal que tenemos entre nosotros mentes pensantes que indican cual es la forma correcta de emplear los euros al tiempo que saben como nadie, ¡qué envidia! qué es lo que quieren y lo que no. No queremos caridad, queremos justicia social. No queremos que Amancio Ortega done millones de euros, queremos que nuestros impuestos sirvan para ello. Como si lo uno y lo otro estuvieran reñidos. Nunca será suficiente todo lo destinado a, por ejemplo, la educación y la sanidad. Pareciese que el culpable de las carencias de la sanidad española fuera él.

Veamos otra sabia opinión: «Yo rechazo esas donaciones. Son para ahorrarse impuestos de negocios que fabrican fuera de España. Si tributase aquí, con esos impuestos la sanidad tendría para comprar esos equipos». La tasa fiscal del grupo en el periodo 2011-2015 fue una media de 22-24%, como consecuencia de los diferentes niveles impositivos en cada jurisdicción donde tiene actividad (España-25%, Reino Unido-20%, Alemania-28%, Rumanía-16%, Rusia-20%, Irlanda-12,5%, Polonia-19%, China-25%, Francia-33%, Grecia-29%, Italia-27%, Austria-25% o Turquía-20%) pagando un total de 4.400 millones de euros de los cuales su contribución a las arcas públicas españolas fue de 2.200 millones, lo que constituye un 2% del total de recaudación por dicho concepto en el país. No sé si es mucho o es poco, pero se ajusta a la ley de la que Ortega, casi seguro, no es responsable.

Alguien puede hablar de ingeniería fiscal, posiblemente; ahora que levante la mano quien, cuando hay que hacer la declaración de la renta, no le ha pedido al amigo o familiar gestor que nos revise la declaración para ver si hay algo que pueda hacer para que nos salga a devolver. También habrá quien diga que dona poco para lo que gana€ ¿Por qué el éxito de ciertas personas despierta nuestros miedos, nuestras frustraciones poniendo en solfa nuestras decisiones vitales? Por eso en lugar de cuestionarnos las circunstancias y los matices del mundo en que vivimos y los nuestros propios, preferimos atacar a Amancio Ortega, achacarle a él todos los males del mundo.

Lo criticamos por donar dinero a la Sanidad. Preguntémonos en que posición moral nos dejaría a nosotros que se tomara al pie de la letra esas críticas y no volviera a soltar un euro.