Alguien podría plasmar en datos concretos de qué han servido en orden a la promoción de la mujer documentos sin realizaciones prácticas? Papel mojado. La mujer sigue marginada.

Quienes de verdad se toman en serio el tema de la mujer son los partidos políticos y las empresas y las sociedades. Aquí en España estamos en camino. El protagonismo femenino se percibe como un nuevo aroma, una nueva cultura. El paso de las mujeres objeto a las mujeres sujeto es cada día más admirable. Ahí tenemos nuevos valores: libros de mujeres que son best seller, artistas de enorme profundidad y belleza, mujeres con instinto político y capaces de dirigir nuestra sociedad, nuestros pueblos (desde diferentes posturas ideológicas), mujeres ejecutivas capaces de dar a las empresas innovación y futuro, mujeres trabajadoras envueltas en la dignidad del trabajo bien hecho, de la relación humana bien cuidada, de la solidaridad siempre alentada. Y la gran mayoría de estas mujeres son madres y son esposas. Y tienen la capacidad para integrarlo todo. Es verdad, que todavía la sociedad no les pone las cosas fáciles. Pero ellas luchan, se desgastan, abren camino. Algún día se les reconocerá su enorme esfuerzo.

La Iglesia es una institución que ha marginado (y sigue marginando) a la mujer. La ha mantenido en segundo plano. No hay derecho a considerar que esa posición de segundo plano de la mujer en la iglesia se debe a la voluntad de Jesucristo. Ese recurso teológico, tan frecuente, cuando se aborda este tema, no es digno del Evangelio. Hemos organizado muchas cosas en la Iglesia (a lo largo de los siglos), que no dependen directamente de Jesús.

Jesús no dijo que el secretario de una Conferencia Episcopal tuviera que ser un obispo, ni que las Curias tuvieran que dividirse en comisiones y secretariados dirigidos por hombres y sacerdotes, ni que los diáconos tuvieran que ser varones, ni que sería preferible poner en las universidades católicas a presbíteros como profesores de teología. Jesús no dijo que los documentos eclesiales hubieran de ser redactados por teólogos masculinos, ni que fuera indigno de un obispo encargar uno de sus discursos o cartas pastorales a una mujer€

En España estamos perdiendo muchas oportunidades. He sido profesor. Centenares de jóvenes mujeres, pertenecientes a la vida religiosa y a la vida seglar, han asistido a mis clases. He podido comprobar su capacidad intelectual, sus dotes, sus carismas. Llegué a soñar que no pocas de ellas un día fueran mujeres influyentes dentro de la Iglesia. Han pasado los años. Sé que trabajo no les falta. Pero ¿están allí donde Dios querría? ¿Sus carismas están actuando allí donde más necesarios son? Parece ser que ha habido una política de ocultamiento, de integración de todas esas personas en instituciones muy particulares y sin relevancia eclesial. Quienes tenían dones para quemar, poco a poco se han ido quemando y tal vez las tengamos sobrecargadas de trabajo, resignadas y ofreciéndole a Dios la situación que nunca buscaron. Con el papa Francisco se ha encendido nuestra esperanza.

Luego nos preguntamos a qué se debe la falta de vocaciones femeninas. En el fondo está la cuestión de la misión. Faltan vocaciones ­-¡y sobre todo femeninas!- porque la Iglesia no abre sus puertas a un nuevo paradigma de misión en la que las mujeres participan de forma seria, imaginativa, innovadora. Sé, lo repito: en lugar de hacer brillar y arder los carismas femeninos, los estamos quemando. Y nadie protesta contra esta forma de ir haciendo abortar tantos recursos de vida, de inteligencia, de talento, de gobierno.

Hay que invertir dinero, recursos, imaginación en ofrecer a nuestras hermanas igualdad de oportunidades. Estamos en tiempos de refundación. Dejemos arder el fuego. No temamos el incendio.