Por fin, ha llegado el verano, y con él, las vacaciones del colegio. Este es, sin duda, un momento crítico para muchos padres, que no pueden ajustar su horario laboral al vacacional de sus hijos. Equivocadamente, algunos de esos padres solicitan a la Administración más días de clase en los colegios, cuando lo que deberían reclamar es más días de vacaciones en sus empresas para poder disfrutar de la vida familiar con sus hijos. Esto es como cuando alguien cuelga en Facebook la foto de un jornalero trabajando al sol y dice que los demás no pueden quejarse de la ola de calor en su trabajo de oficina. Los derechos, hasta donde yo sé, nunca se piden a la baja. De lo contario, no se defiende al jornalero, sino al explotador. Pero, aparte de esto, hoy me gustaría hablarles de otro asunto que también preocupa a los padres: los deberes de vacaciones.

El aprendizaje, al contrario de lo que algunos puedan pensar, no es algo exclusivo de las escuelas. Por supuesto, también se produce en las escuelas, pero no es exclusivo de ellas. El aprendizaje está presente en cualquier lugar y en cualquier momento de la vida. El aprendizaje surge, fundamentalmente, de las experiencias. Por eso, la vida es el mejor escenario para aprender y, si uno está atento, cualquier aspecto que vivamos nos sirve para adquirir un aprendizaje. Porque el aprender, en la mayoría de las ocasiones, está en la actitud del que aprende más que en otra cosa. Yo, por ejemplo, aprendí mucho más de ciencias naturales cuando iba con mi abuelo en el carro de la vaca que en el colegio. Aprendí mucho más de valores con mi padre que en el colegio. Aprendí mucho más de sacrificio con mi equipo de fútbol que en el colegio. Aprendí mucho más del sentido de la vida con mi bisabuela que en el colegio. Aprendí mucho más de música con mi grupo de amigos que en el colegio. Etc., etc.

Evidentemente, no estoy diciendo con ello que el colegio no sea necesario. Todo lo contrario. Las escuelas enseñan infinidad de conocimientos fundamentales para la vida, y la labor diaria de los docentes es encomiable. Pero no lo son todo. La vida, con toda su belleza, también nos enseña. Por eso, para este verano, los mejores deberes que pueden llevar los niños a sus casas no son de lengua o de matemáticas. Los mejores deberes que pueden llevar son pasar más tiempo con sus padres y con sus abuelos (algún día faltarán y el tiempo perdido jamás se recupera). Que lean algún libro que les guste. Y si puede ser, rodeados de naturaleza. Que prueben nuevas comidas, nuevos sabores. Que miren las estrellas de noche. Que viajen a algún lugar nuevo, si puede ser, cargado de historia. Que cuenten el paso del tiempo y aprendan a aburrirse. Que sientan en su corazón el latido del corazón de algún animal. Que escuchen música diferente, de todo tipo. Que reclamen a sus padres más tiempo con ellos, tiempo de calidad, tiempo de familia, tiempo de diálogo, tiempo de risas.

En la vida, por desgracia, casi siempre estamos ocupados en la rutina, en lo inútil, en lo superficial. Luego, los años pasan y nos hacemos viejos. Y, entonces, nos damos cuenta de que el tiempo solo adquiere verdadero sentido cuando estamos al lado de las personas a las que queremos. No hagamos hoy que el día de mañana tengamos que arrepentirnos.

Felices vacaciones.