La primera medida que tomaré como secretario general será pedir la dimisión de Mariano Rajoy». Bueno, es que a lo mejor Pedro Sánchez no ha tomado aún ninguna decisión importante y por eso continua Rajoy gobernándonos. Es un decir, pero no hay peor político que el corrupto o el que olvida cumplir sus compromisos. Entre otras expresiones alguien le podría insinuar a Pedro Sánchez respecto a forzar la renuncia de Rajoy algo así como: ja, ja, ja, ja, tururú, me parto de risa. El líder socialista hace guiños al votante de Podemos: «Me siento muy próximo a vosotros, aunque no comparto algunas cuestiones y formas de hacer de Pablo Iglesias». Con este gesto directo al electorado joven pretende alejarlo de Iglesias y recuperarlo para su partido ¡Una OPA de órdago al Podemos pablista! Otra promesa más; cuidado, Pedro, que ya van muchas.

Sánchez se compromete, como Podemos, a hacer bandera de la lucha contra el cambio climático. Asegura en una reunión ante las principales asociaciones ecologistas del país que el asunto tendrá el máximo nivel en su Ejecutiva y un papel fundamental en el nuevo proyecto socialista. El lema del XXXIX Congreso del PSOE, «somos la izquierda», pretende marginar a otras formaciones políticas. Al menos, si dijeran «somos de izquierdas» sería mucho más preciso. Sobre todo porque el PSOE obtuvo casi los mismos votos que Unidos Podemos, confluencias y otros 'progresistas'. No es adecuado ni 'busca consenso' afirmar que fuera del PSOE no hay izquierda. Un gran apuro para Pedro: cumplir con la palabra dada a miles de militantes socialistas y a millones de votantes, o llegar a algún tipo de tejemaneje con los que le destituyeron el 1 de octubre de 2016. Una moción a la corrupción y a la arrogancia de Rajoy y del PP, que Sánchez no ha apoyado. Una iniciativa contra los recortes sociales, contra la desigualdad, y contra el falso crecimiento económico del que cacarea Rajoy.

¿Qué espera Sánchez para indicar a sus militantes y a la sociedad civil su disposición a desalojar corruptos del poder? Iglesias tiende la mano al PSOE y le reclama que presenten más adelante otra moción (conjunta) para arrojar a Rajoy y al PP de Gobierno. Además le pide disculpas por sus errores en las negociaciones de las investiduras del 2016. Si Pedro Sánchez lleva a cabo esa propuesta de desalojar a Rajoy sí sería verosímil que el PSOE es izquierda.

Se dirán muchas cosas, sobre el futuro del PSOE con Pedro Sánchez como secretario general. Que si siguen apretándole los tornillos desde el Ibex, que si los barones territoriales y exdirigentes y los ya recuperados susanistas le tienen otra vez cercado y vuelven a las andadas y a los dimes y diretes sobre su izquierdismo radical. Y es que Pedro Sánchez ¿no se ha ganado en las primarias el respeto del poder político, financiero y mediático? ¿Y el de los votantes emigrados y los dubitativos? Tanto Rajoy como todo el PP se mofan de él y no le dan por interlocutor válido, creíble. Sus continuos balanceos y cambios de posición política pueden despistar a los fieles militantes y votantes socialistas. Todos están al acecho de que se equivoque y dé un paso en falso. Hasta el Podemos pablista anticapi de Iglesias está al loro de sus movimientos y vaivenes. «Hoy te quiero, Podemos; mañana, no». «Hoy somos izquierda progresista; mañana, la única izquierda soy yo». «Moción de censura, no; pero que se vayan Rajoy y el PP por corruptos».

Algunos socialistas (Izquierda Socialista y sanchistas), podemitas errejonistas, independientes de izquierda, ecologistas, y progresistas en general, «se lamentan ahora de que en marzo 2016 permitieron que continuara un Gobierno indecente (el del PP de Rajoy) que sigue aún hoy día» ( J. L. Ábalos, cuando era portavoz parlamentario provisional del PSOE).

Pedro Sánchez no necesita alargar el período de reflexión y adaptación más allá del Congreso Federal socialista de finales de junio. Y que se deje de pamplinas y empiece a currar, que baje al tajo de la política real. Debe tomar el mando del barco del socialismo español o estarán hundidos, como en estos tres últimos años, camino de ser un partido casi irrelevante como en Francia,

Holanda, Italia y Grecia, entre otros. No se puede decir que «somos la izquierda» sin políticas y hechos que lo demuestren. Y no es cuestión de atacar a los progresistas, sino buscar espacios de diálogo, de entendimiento,

con todos esas fuerzas del progreso, y aplicar una firme alternativa política de izquierda. En esa apuesta se juega Pedro Sánchez tanto su supervivencia como la de un PSOE renovado. Eso, o tirar la toalla, y que se haga esa gran coalición PP-PSOE, con Cs de monaguillo, que tanto anhelan sus enemigos del propio partido socialista y de los poderes financieros.