El curso político va a concluir con una incógnita: ¿cuajará Fernando López Miras? La pregunta del millón. Al PP le va la vida en ello, pero no sólo al PP.

A la vuelta del verano entraremos en la segunda parte de la legislatura, en la que los tiempos políticos se aceleran con un horizonte a la vista: 2019. En la primavera de ese año se volverá a echar la moneda al aire y, por primera vez en mucho tiempo, no está claro que al PP le vaya a salir inevitablemente la cara.

El factor López Miras es fundamental, y en un periodo en que la marca PP cotiza a la baja en las encuestas, se prevén nuevas turbulencias y se anuncia un ambiente parlamentario mucho menos estable, tanto en Madrid como en Murcia, del que cabía prever tras las respectivas investiduras. López Miras es un presidente de resultas, pero que tendrá que soportar la gobernación en la fase más convulsa para el PP, en la que este partido se juega definitivamente su futuro. Si de aquí a final de este año, pongamos por caso, lograra transmitir la imagen de que maneja el timón y obtuviera algunas compensaciones a las políticas que su partido señala como prioritarias, uno de los primeros elementos de inquietud que atraviesan hoy a esa organización quedaría disipado, al menos parcialmente. Pero esto no ha hecho más que empezar en su caso y, de momento, lo que más gravita sobre el nuevo presidente son los prejuicios. Tendrá que despejarlos, y más pronto que tarde, sobre todo porque en su propio partido y sus zonas colaterales de apoyo prende también la incertidumbre.

La oposición política, que en el último tramo ha estado en boxes, especialmente el PSOE y Podemos, va a estrenar la nueva temporada, a partir de septiembre, con nuevos bríos, y espoleada porque sus líderes tendrán tras de sí el aliento de unos militantes que les han exigido en las elecciones internas el ejercicio de una presión más intensa contra el Gobierno del PP. Por decirlo con más expresividad: quieren una oposición más radical, más asfixiante. Podemos, que en la primera parte de la legislatura no se ha mostrado como las madres ursulinas, todavía indagará más en las contradicciones del Gobierno, y ya está listo para la nueva fase.

En cuanto al PSOE todavía le queda superar el pequeño calvario de su congreso regional, pero sea cual sea el resultado de éste, su actividad se verá notablemente mejorada. Y se pondrá en línea, quién lo duda, con la ´nueva política´ pedrista, que promete no dar un respiro a los populares. Por tanto, a lo que López Miras no va a poder aspirar a es la tranquilidad.

Pero, ojo, tampoco en el interior de su propio partido. Es cierto que la organización popular es una piña en torno a Pedro Antonio Sánchez, que es quien ha venido armando la renovación de la estructura, y en consecuencia también en torno a López Miras, quien hasta hace unos meses era secretario de Organización, es decir, el hombre que disponía, por delegación de PAS, de todas las claves internas, con algunas excepciones: la ´vieja guardia´. Y por ahí vienen ahora algunos rumores sobre cierto incremento de malestar y hasta de supuestas operaciones para interferir en la hoja de ruta PAS/López Miras con el pretexto de que las elecciones de 2019 no se pueden dejar al ya te veré.

La ´vieja guardia´ (anoten ustedes los nombres que quieran, que acertarán) la integran quienes hasta hace bien poco mandaban en el entorno de Valcárcel y aspiraban a seguir haciéndolo hasta el infinito y más allá. El último congreso del PP dejó a muchos de éstos completamente fuera de juego y mostró a una nueva generación popular que había venido para quedarse y que no era deudora de un establecimiento interno que se dio por caduco. Es normal, pues, que en ese sector abunden los movimientos, los almuerzos, cenas y homenajes con los que cebar la nostalgia, pero es poco probable que dispongan de autoridad y fuerza para imponer cambios en la dirección y el rumbo del PP.

Ese runrún de alternancia inversa, de regreso al pasado, siempre estará ahí, pues los conspiradores son gente muy políticamente vocacionada, pero ya no disponen de resortes para hacerse con la maquinaria. Y en este punto se dirá: ¿Y Valcárcel qué opina? Lo de siempre: a cada uno le dirá lo que él cree que quiere escuchar. Pero el único proyecto de Valcárcel en este contexto es el de asegurarse que la dirección regional y el presidente de la Comunidad apoyen su candidatura, dentro de dos años, para mantenerse otros cinco más en el Parlamento Europeo. Para entonces, Rajoy y Cospedal tal vez estén de salida o crean que ya cumplieron con él, de modo que volverá a necesitar fuertes influencias para hacerse hueco en una lista única que la próxima vez estará más imposible que nunca, pues serán infinitos los elefantes (exministros y expresidentes como en su caso) que querrán aspirar con derecho a ese gratificante cementerio. Por tanto, es difícil que Valcárcel se apunte a conspiraciones contra el actual estatus, aunque no por eso dejará de halagar los oídos de quienes crean encontrar en él a un ´crítico´ acerca de cómo ha derivado todo. Hará como Torrente cuando salía de ronda y observaba algún disturbio: «¡Esos chavales...!».

El malestar de la ´vieja guardia´ se manifesta en una actitud de resistencia a que López Miras se convierta también en presidente del partido si ocurriera, como es previsible, que prosperaran los dos asuntos judiciales que condicionan a PAS y obligaran a éste a renunciar también a ese cargo. Ese sería el momento en que la ´vieja guardia´ tal vez emitiría un ´basta ya´, a sabiendas de que la instalación de la nueva generación en el poder orgánico haría irreversible el proceso de exclusión de las viejas glorias.

Bien ¿y cómo lo tiene PAS al respecto? Mal, muy mal, según cabe deducir del avance de los procesos judiciales, pero por increíble que parezca, la oposición, que lo venía sometiendo a tortura, ha acabado incurriendo en contradicciones que ya resultan inmanejables en el debate acerca de la corrupción, constatada o supuesta. El caso de los dos concejales de Podemos en el ayuntamiento de Madrid no tiene un pase; en sus pretextos para mantenerse en sus cargos a pesar de sus respectivas imputaciones por prevaricación emplean con plena exactitud el mismo argumentario que PAS para defenderse de las suyas. Por su parte, el PSOE lo tiene todavía más cerca: la nueva alcaldesa de Cartagena acaba de ratificar en la concejalía de Urbanismo a su socio del MC José López, a sabiendas de que está imputado, una imputación doblemente ratificada tras el rechazo de su recurso, en un caso de supuesta corrupción precisamente en una operación urbanística.

Ni siquiera Cs ha pedido la dimisión de su concejal de Calasparra también imputado en otro caso. Sin embargo, todos (PSOE, Podemos y Cs) han coincidido en que PAS debe dimitir desde el primer momento de su primera imputación. No vengo aquí a seguir el juego del excusatorio popular, pero habrá que señalar que concluir que las reglas no pueden establecerse para que las cumpla un solo partido por muchos pecados que éste acumule. Estos síntomas tan claros de incoherencia ayudan poco a que la oposición se revitalice justo en un momento de clara decadencia de las expectativas del PP.

Por esto la pregunta del millón es: ¿cuajará López Miras? Hummm...

Piezas separadasArroyo y Castejón: diálogo de sordas

Ya han empezado las puyas entre la nueva alcaldesa de Cartagena, Ana Belén Castejón, y la portavoz el Gobierno regional, Noelia Arroyo. El asunto tiene un morbo especial, pues se supone que esta última podría ser en 2019 la candidata del PP a la alcaldía de Cartagena, que tendría que disputar a la socialista, la titular para entonces. Arroyo declaró hace unos días, a propósito del mantenimiento del portavoz del MC, José López, como concejal de Urbanismo en el gobierno de Castejón, que aunque ella defiende la ´presunción de inocencia´ y no cree que los políticos deban dimitir al momento de ser imputados, no era ese sin embargo el criterio que venía manteniendo el partido de Castejón, que ha pedido la dimisión del presidente popular, Pedro Antonio Sánchez, desde el minuto uno de su imputación en el caso Auditorio. Es decir, la portavoz no reprochaba la actitud de Castejón por no coincidir con sus ideas, sino porque la socialista había tomado una decisión incoherente en relación a las suyas propias. Preguntada por estas declaraciones, la nueva alcaldesa se salió por la tangente, y señaló que «con todo el cariño que la señora Arroyo sabe que le tengo, me parece una osadía que el PP se permita el lujo y el atrevimiento de dar lecciones en materia de corrupción». Pero no resolvió la clave de la pregunta, que sigue estando en el aire aunque quien la haga sea la portavoz del Gobierno.

A Ballesta le caen encima las desidias de Cámara

Al ayuntamiento de Murcia le llueven los problemas derivados de la gestión anterior cuando la corporación la presidía Miguel Ángel Cámara. Esta debe ser la razón, ya que el PP sigue gobernando, aunque con diferente alcalde, por la que José Ballesta se viene comiendo imperturbablemente todos los marrones no sólo sin rechistar sino asumiendo esos problemas como propios. Empezando por la asunción de la deuda del tranvía como parte de la municipal, lo que ha desequilibrado la economía del Ayuntamiento, una bomba, y siguiendo por la aparentemente insalvable situación de los empleados del Museo Gaya, que no cobran desde hace cinco meses por estar atrapados en un bucle burocrático a consecuencia de la particular manera con que se gestionaban las infraestructuras culturales en la anterior etapa. Pero hay más: el desorden del transporte público, con tres empresas concesionarias en situación de alta precariedad y con servicios más que mejorables; las chapuzas como la de la licencia al hotel AC, o el propio mantenimiento de los árboles singulares que ha tenido el efecto de la demolición del ficus de Santo Domingo más los problemas en el trazado de los carril-bici... Son consecuencia de una manera de gestionar el municipio que arrastra sus efectos hasta el momento presente. Pero dado que sigue gobernando el PP no hay modo de exigir responsabilidades a los gestores que han hecho heredar estos problemas.

López Miras mantiene un almuerzo con Valcárcel

El presidente de la Comunidad, Fernando López Miras, mantuvo un almuerzo esta semana en el restaurante Hispano con Ramón Luis Valcárcel, un encuentro de cortesía, pues al parecer sólo habían mantenido una comunicación telefónica después de que el primero fuera investido en su cargo. La conversación, que en principio dio lugar a algunas especulaciones, debió ser muy previsible, tanto que sin conocerla expresamente hay algunos que conocen bien a Valcárcel y que se prestarían a reproducirla casi literalmente con inclusión de las expresiones retóricas más características.

PSOE: aplaza su comité para ´lanzar un mensaje´

No es casual, dicen algunos en el PSOE, que la dirección del partido aplazara con pretextos logísticos la celebración del comité regional que debía convocar el congreso regional e inmediatamente se emitiera el mensaje de que es necesario buscar una ´nueva dirección de consenso´. Se atribuye este gesto al pánico que se ha detectado en el sector tovarista ante la evidencia de que la candidatura a las primarias del alcalde de Alhama, Diego Conesa, podría ser imbatible, ya que estaría avalado por Pedro Sánchez. Alguien podría estar haciendo tiempo.