No suelo leer sucesos. Bastante tengo con la política. Sin embargo, no se me va de la mente el reciente enjuiciamiento del Repetío de Cehegín. Un hombre tan poco original que, como Caín, mató a su hermano, en este caso gemelo. Aun en la cárcel ahora no habrá otro igual, pues nadie pretende ser en esta vida copia de nadie, con la excepción de algunos grupúsculos ciudadanos. Otros, más primitivos que los retoños de Adán y Eva, que ya tenían cerebro, necesitan un libro de instrucciones para convertirse en kamikaze. Cualquiera sabe que salir a las tres de la tarde en Murcia tanto si vas por el sol como buscando la sombra de algún ficus es lo más suicida que puedes practicar. Ese paseo murciano, que no sé si saldrá en el citado manual, te garantiza la salvación eterna sin necesidad de, como los cafres del ISIS, condenar a nadie. Otros que también llevan unos meses intentando matar al padre son los que supuestamente llevan el país en la cabeza, que no cesan de disparar, de la A a la Ceta, contra el homo Sánchez. Esa cacería nos ha condenado a todos a saber qué narices es el dichoso acuerdo comercial con Canadá, cuando de no ponerse en medio el considerado venado se hubiera aprobado sin más en el Parlamento, sin necesidad de monsergas. Son tan atinados a la hora de disparar, que esos sesudos periodistas han situado la mirilla en Macron como el gran salvador de la socialdemocracia mundial? y el bicho, con perdón, lleva cuatro ministros dimitidos por corrupción sin ni siquiera haber formado Gobierno. Ser y cada vez menos ser. Mientras tanto, el CIS pregunta por la altura y por el peso de los votantes para concluir que los del PP son más bajos y gordos. Entre ellos, por tanto, podría considerarse Kim Jong-un, que ha mandado a una delegación a Marina D'Or para copiarla porque, está claro, no conoce La Manga. Otro príncipe, el de Inglaterra, se pregunta si «hay alguien que quiere ser rey». Hay que ver cómo están los jóvenes, putos becarios que no sólo quieren tener derechos y cobrar sino que no se conforman con cualquier puesto. Su abuela Isabel, mientras tanto, se niega a ponerse el cinturón. Muy pronto brindarán con ginebra por la república. Así que viva la república, aunque suene a repetío.