La Cruz, en cualquiera de sus clases, o las medallas de San Raimundo de Peñafort, es una de las distinciones máximas que un jurista puede recibir a lo largo de su trayectoria. Lástima que a veces no estén en concordancia los méritos con la cruz, sobre todo si con ella se trata de compensar un favor más o menos personal. Me refiero a la petición de Cruz de San Raimundo para Miguel Roca, que casualmente méritos tenía muchos como antiguo padre de la patria constitucional y, sin embargo, de forma curiosa se le solicita esa distinción después de haber defendido a la infanta Cristina de Borbón. Quizás sea porque lo ha hecho tan bien que ha conseguido que no ingrese en la cárcel. Aunque mucho me temo que cualquier letrado lo hubiese conseguido porque el Ministerio Fiscal consideró que era culpable el jugador de balonmano pero no su esposa, alta dirigente financiera de la Caixa. Por eso solamente hubo una acusación, la del Sindicato Manos Limpias (?) que no quedó posteriormente muy bien parado, según las cosas que se dijeron de él. Y otras que no se sabe muy bien y a lo mejor lo dejan mejor parado, como aquella noticia de la que nunca más se supo acerca que el padre de la acusada quiso que dejara de acusar ese sindicato, al parecer, a cambio de un par de millones de euros. Todo ello presuntamente, por lo que más que nunca sería preciso que también se investigara eso y, si no es verdad, atentado contra el honor, como muy claramente ha dicho el Tribunal Supremo sobre las querellas y denuncias falsas (sentencia de 29 de mayo de 2017, Sala primera), pero si es verdad?

¿Saben a quién le pediría la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort, por su respeto a la ley? Les daré unas pistas: es rico, vive en Gran Bretaña, admira a los jeques árabes por su respeto a los derechos humanos y pide una ayuda internacional para que España deje de ser un país autoritario. Exacto: Pep Guardiola. Cuando oigo su manifiesto sobre España, a la que tilda de país autoritario, total porque es un Estado de Derecho que hace cumplir la ley, pienso eso que el torero Juan Belmonte contestó a un tertuliano cuando le preguntó cómo uno de sus banderilleros, había llegado a ser Gobernador Civil en la posguerra; «Degenerando, amigo mío», contestó. Pues eso, Guardiola defendió la camiseta de la selección española y muy bien, por cierto, y ahora resulta que tras triunfar y ser rico, cosa que no son los funcionarios a los que arenga y viven en Cataluña (no como él, en Manchester) piensa que en el siglo XXI cumplir la Constitución es antidemocrático. Vamos ya, señor Pep, ¿tan tontos nos cree? Lo que sucede es que España es tan generosa que no exige un mínimo afecto al escudo que llevan en su camiseta. Sin olvidar los pitidos al himno nacional, cuando con lo que les molesta a los franceses que un español les moje la oreja en París, encima diez veces, su respeto a nuestro himno en la citada final tenística fue espectacular.

Claro que si presuntamente mi hermana Francesca es nombrada embajadora de la Generalitat de Cataluña (que debe ser muy complicado e importante cuando no se es un Estado) en Dinamarca, con extensiones a Islandia, Finlandia, Noruega y Suecia, y dicen que con un sueldo más o menos de 85.000 euros al año, yo también sería independentista. Eso sí, si se pudiera, no saltándome la ley y pretendiendo que los demás sean los delincuentes.

Mejor, pues, que la Cruz de San Raimundo se la dé Mas, Puigdemont y su hermana Francesca.