Estamos inmersos en días de cambio: cambio de estación; cambio de armarios (ropa de invierno al altillo, de verano a las perchas); cambio de rutinas... Y, para algunas de nosotras, cambio de máxima estival: ya no ponemos en marcha la ´operacion bikini´, sino la ´operación pareo´, eso sí, con la cabeza bien alta.

Llegada cierta edad, te das cuenta de que tu cuerpo va ´a su bola´ y pasa de todos los esfuerzos, más o menos convencidos o entusiastas, de recuperar algo la figura perdida durante el invierno, escondida tras kilos de ropa, para poder lucirla en la playa, la piscina o allí donde las vacaciones nos lleven. Un cuerpo que, además, ha pasado con los años, de ser un palo, a tener forma de pera, y ahora, a lucir como un gorrión. Cierren los ojos e imagíneselo. Una forma, esta última, a la que nos vemos abocadas la mayoría de las mujeres, cuando la edad va sumando años y llega ese momento en el que tu más odiada compañera te va abandonando poco a poco.

Los esfuerzos por hacer desaparecer esa redondez en el estómago, tipo flotador, que te deja sin cintura y que nada tiene que ver con los efectos las cañitas que siempre te has tomado, suelen ser más bien nulos; y sólo si te sometes a una férrea disciplina (gimnasios a tope, comer como un pajarillo, beber agua como una esponja) puedes minimizar sus efectos.

Por eso, quienes no tienen tiempo ni deseo de recuperar lo que antaño tuvieron, se lo toman con buen humor y buscan el más bonito de los pareos para disimular ese ´alien´ en el que se ha convertido su cuerpo.