El uso de internet se ha convertido ya en algo tan cotidiano entre los adolescentes, que verlos delante del ordenador es una imagen de lo más habitual en gran parte de los hogares. Pero por muy normalizada que se pueda apreciar esta estampa, no se debe bajar la guardia de la supervisión sobre lo que pueda tenerlos tan entretenidos, ya que aun pensándose que están seguros por estar dentro de casa, la conexión a la red no está exenta de convertirse en un hábito tóxico y al parecer hasta mortal. Así de problemático puede ser internet sin una vigilancia de los contenidos vistos, entre los que existe la posibilidad de que sean juegos de lo más oscuro, tan siniestros como el llamado 'la ballena azul'.

Se trata de un juego extendido a nivel internacional, que ha calado con fuerza en algunos países latinoamericanos y del que hay indicios de haber llegado a España. La alarma salta en Barcelona, al ser hospitalizada una menor debido a las autolesiones que se realiza en un intento de superar los retos que el juego le va proponiendo. Durante cincuenta días una serie de pruebas, a cuál de ellas más peligrosas se van sucediendo, culminando con la última y definitiva que llega a invitar al suicidio. La macabra diversión puede detectarse entre otros indicadores por el esmero en dibujar la ballena, bien en un papel o en el propio brazo. El cumplimiento de las pruebas, se demuestra en la red subiendo fotos o vídeos de las heridas que quienes participan han de ir causándose.

Recientemente, se ha tenido noticia en nuestra región de víctimas que jugaban a la 'ballena azul', aunque afortunadamente la intervención policial ha evitado el fatídico final. La alerta suena y debe oírse, pues por muy extraño que parezca el juego no es una película de ciencia ficción sino una realidad que está afectando en carne y hueso a menores, vulnerables de caer en tan perjudicial pasatiempo.

La noticia tiene que llevar sin duda a detenerse en un análisis del aspecto lúdico del mundo virtual y sus riesgos para la salud, especialmente entre los más jóvenes. La implicación de los padres en la manera de afrontar el ocio por parte de sus hijos e hijas, y la información sobre la peligrosidad de ciertas prácticas es esencial para evitar el acercamiento de los menores a los peligros del ciberespacio.

Tengamos en cuenta que más del 96% de los jóvenes entre 15 y 29 años utiliza internet, especialmente para entretenerse, según el estudio Retratos de Juventud que fue presentado por el Observatorio Vasco de la Juventud.