Los refranes son, a mi entender, la salsa del idioma. Son la prueba viva del ingenio de un pueblo, de su sabiduría y de la transmisión de la cultura oral. Yo soy muy de refranes y me divierte usarlos, porque además ayudan a la economía del lenguaje. Un buen refrán te permite explicar a un interlocutor una situación compleja sin tener que dar muchas vueltas, dejar claro tu estado de ánimo o sentenciar una conversación. Son un pequeño gran patrimonio inmaterial del castellano. Y claro, podrán imaginarse que con mi gran cariño al refranero ando ojiplática desde que me he enterado de que hay una plataforma de maestros artesanos panaderos que recogen firmas para conseguir el eliminar el refrán «Pan con pan, comida de tontos». ¿Perdón? ¿El lenguaje políticamente correcto empieza ya a afectar a los refranes populares? ¿Nos hemos vuelto tan limitados que ya no sabemos leer más allá de la literalidad de las palabras?

Han llegado incluso a escribir a la Real Academia Española para pedir que retiren este refrán que consideran ofensivo para todos aquellos que aman el pan. Así, tal cual. Claro, que antes podrían haber tenido en cuenta que el Diccionario no refleja el refranero popular, algo que la Real Academia ha tenido que explicar por escrito ante sus peticiones. Y no seré yo quien venga a defender a los académicos a capa y espada, que tienen un largo historial de indefiniciones que nos complican la vida hasta el punto de que ya muy pocos tienen claro si ´solo´ lleva o no acento o cuándo un ´ex´ va junto o separado, por ejemplo. Pero en este caso€ ¿qué puede hacer la RAE, eliminar un refranero de la historia y la memoria colectiva de todo un pueblo?

Pues el caso es que con esta petición la plataforma ha reunido más de 4.200 firmas de personas que consideran que el refrán es ofensivo, para el alimento, para quienes lo elaboran y quienes lo comen. No me gusta a mí faltar, pero me da que lo verdaderamente tonto son los argumentos que utilizan estos defensores de la dignidad del pan.

Para que quede claro, «Pan con pan, comida de tontos» se aplica a situaciones en las que se critica la monotonía y se utiliza en contextos en los que se quiere invitar a la variedad de la alimentación. Vamos, es lo que me decía mi padre de niña cada vez que comíamos arroz en casa y yo, de postre, pedía arroz con leche. Algo que pasaba mucho porque el arroz con leche de mi abuela es supremo. Resumiendo, que el refranero no considera tonto a quien come pan, sino a quien solo come de algo. Y, repito, los refranes suelen invitar al sentido figurado y no literal de sus significados. Esa es su gracia, que pueden aplicarse a multitud de situaciones diferentes.

Más les valdría a los impulsores de la iniciativa preocuparse por la calidad del pan que se vende, que en algunos sitios brilla por su ausencia.

Miedo me da. Temo que en breve alguien tenga la idea de intentar eliminar refranes como «No le busques tres pies al gato» porque, de alguna manera, vulnere la identidad de los gatos.