¿Por qué no se da una vuelta López Miras por donde entrará en superficie el AVE a la ciudad de Murcia? Podría echarse una foto contemplando circunspecto, no las aguas 'puras, cristalinas' del Mar Menor, como hizo la semana pasada, sino cómo queda una ciudad abierta en canal, dividida por dos muros casi tan altos como los de Berlín. O mejor, ¿por qué no se hace una reconstrucción del crimen que se ha de consumar levantando para la ocasión esa tapia a 80 centímetros de una de las casas, como está previsto, y se toma en vídeo al presidente de la Comunidad, con toda su corpulencia, entrando 'de lado' en ella? Una imagen puede valer a veces más que mil palabras. Y a López Miras, como hemos visto en el Mar menor, le gusta retratarse. Rodeado de los 'técnicos' de Adif, podría aprovechar esta visita para convencer a los vecinos, desde el callejón, de que es mejor, de momento, que el tren pase por arriba y cada uno entre a su casa por donde pueda.

Si el AVE llega finalmente a la estación del Carmen en superficie, habremos asistido, parafraseando a Cervantes, a uno de los más altos engaños que vieron los siglos. A una traición en toda regla por parte de un partido, el PP, que lleva lustros embaucando a los murcianos con cuentos como el del aeropuerto de Corvera, la alta velocidad, la variante de Camarillas o el Agua para Todos. Pero ¡qué más da! ¡Qué importa lo que hagan o digan si su electorado todo se lo perdona, y la oposición prosigue terne que terne su viaje hacia ninguna parte.

Con dirigentes regionales de la talla de Miras, tan sumisos y maleables, que tan bien saben hincar la cerviz cuando son llamados a Madrid, puede Rajoy desentenderse de la región y ocuparse de lo que, como él dice, «interesa de verdad a los españoles».

Además, no está el horno del PP para ocuparse de bollos tan nimios como si se sotierra o no una vía férrea o si unos vecinos tienen que entrar a su casa de perfil, cuando el partido anda hundido hasta el cuello en una ciénaga de corrupción, con revelaciones de corte mafioso cada vez más obscenas, con un sinfín de dirigentes de alto vuelo pringados en saqueos al Estado, con intromisiones escabrosas en la Justicia, y hasta con posibles 'chantajes' al presidente por parte de elementos afines.

¡Bastantes quebraderos de cabeza le dio PAS con el asunto del Auditoriogate y la Púnica durante meses, hasta que dimitió! Toca ahora volver a colocarse en la posición de 'perfil egipcio' y dejar a su suerte un territorio leal y hasta cierto punto apaciguado. Porque de reojo es como Rajoy mira a Murcia desde la Moncloa. Con esa mirada indiferente que vale tanto para interpretar una cosa como la otra, y hacer luego lo que le venga en gana.

Si a alguien mira de frente Rajoy es a quien de verdad necesita. No ha dejado de mirar a los ojos a los vascos y al canario desde que echó las cuentas y llegó a la conclusión de que los necesitaba para sacar los presupuestos. Con su regalo fiscal de millones de euros a cambio de media docena de votos, el líder del PP desempolva su faceta más hipócrita y pone en evidencia la doblez de su discurso con respecto a los nacionalismos.

Sólo destinando a Murcia en los presupuestos una ínfima parte de este regalo fiscal, habría dinero de sobra para que el Estado saldara la deuda histórica contraída en materia de ferrocarril con la región, para sacar a esta tierra del subdesarrollo ferroviario en que unos y otros la han sumido.

Si finalmente, y a pesar de la heroica lucha que la Plataforma por el Soterramiento viene librando desde hace años, el AVE llega en superficie a la estación del Carmen, si la ciudad sigue dividida por nuevos muros de la vergüenza, si los vecinos colindantes tienen que entrar a su casa 'de lado', habrá llegado el momento de preguntarse si merece la pena seguir teniendo en Madrid a un presidente que gobierna a Murcia 'de reojo' y a unos dirigentes regionales que se ponen de perfil para asentir mejor.