De Alicante hacia abajo, la prensa trae noticias de Murcia, fenómeno gravitatorio gracias al cual sabemos que nuestros vecinos del sur también están, como nosotros, agraviados por el maltrato inversor del Estado. Según estos datos, los peor tratados seríamos ellos y los valencianos, con diferencias de hasta dos mil euros por cabeza, que es mucha pasta, si se les compara con los vascos y ello no es ofensa para alguna de las partes. A Mariano Rajoy debe gustarle mucho empuñar la vara de mando, por más que lo disimule con regular fortuna, pues no todo el mundo estaría dispuesto a cambalachear como él lo ha hecho con el lehendakari Íñigo Urkullu y su sigiloso comité de jesuitas, pero no deja de llamar la atención que un dirigente del PP no trate muy favorablemente (vamos a ser moderados) a quienes le mostraron a su partido una fidelidad más allá de toda cautela.

En otros tiempos, cuando la minoría catalana abrochaba las mayorías del Partido Popular o del PSOE, la prensa supuestamente nacional (que sólo es de Madrid y a veces no pasa a Vallecas), y recibía, a cambio, las correspondientes regalías, ese trato, digo, era tenido por infame, insolidario, retorcido y pesetero. Asusta la discreción con que esa misma prensa ha afrontado el caso de los vascos agazapados a la espera de la saca de billetes. Ellos no son vilmente interesados, sino hidalgos como dios manda, matarile, rile, rile.

Pero al margen de estas y otras injusticias y de que los cupos vascos son una pervivencia feudal y la mitad de ellos regalos de Franco a las ´provincias leales´, o sea facciosas, es cierto que todos los dirigentes levantinos del PP (y del PSOE) han discrepado poco y acatado todo con docilidad, cuando no mostraban una ejemplar dedicación (caso del PP) a saquear el poco o mucho dinero que llegaba de aquí y de allá, incluidos los barros de depuradora, los ahorros de las monjitas y la hucha de las misiones. Es decir, que antes de ofrenar (noves glòries a Espanya), deberíamos hacer las cuentas, es decir añadirle a la lírica la contabilidad, que se nos está poniendo cara de gilipollas.