Las personas más sabias que conozco no dan consejos, dan ejemplo.

Así es él. Un hombre de palabra, de pocas palabras y muchos hechos. Su palabra es carne y su apretón de manos, una firma indisoluble.

Mi padre es un hombre que llena el espacio con su sola presencia.

Se llama Ángel, porque lo es.

Me sostiene desde que nací. A mí y a todo el que le rodea. Es mi guía, mi referente, mi luz, el faro en medio de la nada y de todo. Es mi tirita, mis ruedines, la cuerda que sostiene mi cometa, quien cepilla y nutre mis alas, mi ejemplo, mi maestro, mi Dios. Es a él a quien rezo.

No conozco a nadie con más ganas de vivir. No conozco a nadie que represente de manera más rotunda lo que es la vida. Nadie como él encarna la superación. Jamás lo he oído lamentarse ni recrearse en sentimientos negativos. «Esas cosas no hay que incentivarlas», dice.

Nos ha dado unos cuantos sustos y asegura que no se conforma con menos de cien años. Y yo veo esos cien y subo a veinte más, por lo menos.

Lo amo. Lo necesito. No me ha faltado un te quiero ni un beso un solo día.

Mi padre tiene el don de la ubicuidad. Es el taxista de la familia. No en vano El rayo soy y donde me llaman voy era el lema que adornaba los autobuses de la empresa familiar. Sus nietos no llegan tarde a ningún sitio si de él depende. Y en sus nombres compuestos no falta el del abuelo. Cinco nietos, cinco Ángeles. A todos los ha dormido en sus brazos. A todos les ha cantado la misma canción con la que nos arrullaba a mi hermano y a mí. Mi padre es mi padre y el ´padre´ de mis hijos y de sus hermanos, todos mayores que él.

Mi padre me enseñó a nadar. A mí, a mi hermano y a mis primos. Y no, no es sólo una metáfora. Nos lanzaba en medio del mar y nos decía: «Si no te quieres ahogar, ven». Y claro que nadábamos, y al otro lado nos esperaba su abrazo. Mi padre salvó a una persona en el mar. Mi padre me salva cada día, a mí que me ahogo en un vaso de agua.

Siempre ha respetado mis errores y ha aplaudido mis aciertos. Y yo no estoy a la altura, pero jamás me lo ha hecho sentir.

Mi padre me ha enseñado la importancia de la amistad y lo que significa la familia. Mi padre se ha desvividido por su trabajo, pero jamás se ha llevado los problemas a casa. Cualquier tiempo con él ha sido y es oro.

Mi ángel es un ejemplo de generosidad, de tenacidad, de amor.

Mi padre regresa hoy a casa después de unos cuantos días en el taller.

Sé muy bienvenido, tú que eres hogar.

Te quiero, te quiero, te quiero, siempre.