Supongo que todo el mundo conoce ya la paradoja del gato de Schrödinger, ese popular experimento con una caja cerrada, un gato, una partícula radiactiva y un frasco de veneno. Cosas de la física cuántica: el gato está vivo y muerto al mismo tiempo mientras mantengamos la caja cerrada, ya sabéis. Y bueno, a lo que iba. Que a mí siempre me ha parecido que al experimento le faltaba algo, una solución muy simple: preguntarle al gato. Unos golpecitos a la caja, un ¿quieres salir, minino? y arreglao. Porque un gato vivo estará con toda probabilidad deseando salir de la dichosa caja. Y uno muerto, bueno, uno muerto preferirá la dulce ambigüedad (algo es algo) del interior de la instalación. Mientras esto siga cerrado (pensaría ese gato) no estoy muerto del todo. Así que miau.

Con todo este asunto de la moción de censura contra Rajoy yo me estoy acordando mucho de esos pobres gatos y su ambigua función de onda. Declaraciones hay para todos los gustos. Mientras se desarrolla la operación Lezo y se van haciendo públicas la hondura y extensión de la corrupción en nuestro partido de gobierno, se oyen tremendos maullidos de felino alfa por todas partes. Es abrir un periódico y asistir a una especie de concurso para ver quién la dice más gorda: ´tolerancia 0´ es lo más suave, de ahí todo para arriba. Que si regeneración, que si operación de limpieza, que si legislación nueva, que si nuevo pacto anticorrupción, que si la democracia española no puede permitirse más desprestigio.

Más o menos lo mismo que escuchamos hace poco en la Región, cuando la imputación de PAS. ¿Os suena? Es la moción de censura de Schrödinger: hasta que no la votas no sabes si tal partido de la oposición está vivo o muerto (aunque te lo puedas imaginar por sus declaraciones previas). En la Región la emoción duró hasta el último momento. La Operación Fer arrancó in extremis maullidos de alivio de unos cuantos gatos, desde el interior de sus cómodas cajitas de cartón.

Si a estas alturas del artículo os habéis perdido un poco, cosa normal por otra parte, recapitulemos: mientras todas estas metáforas pseudoingeniosas sobre gatos, cajas y frascos de veneno tienen lugar, nuestra sociedad está conociendo, por la Operación Lezo, una trama corrupta tan bochornosa y extendida en el seno del Partido Popular y la judicatura que la situación se ha hecho intolerable.

Mariano Rajoy se permite hacer chistes sobre la moción de censura que se le avecina, pero sin duda ha pasado el momento de las ambigüedades calculadas, de decir una cosa mientras se sigue dando apoyo (´técnico´ o ´por imperativo´, da igual) al Gobierno más podrido de Europa. Se acabaron las funciones cuánticas. Que dejen de darnos liebre por gato. Lo queremos vivo, fuera de la caja y con las uñas bien largas. Así que vamos de una vez con esa moción de censura. Y que tiemble Schrödinger, se pronuncie como se pronuncie.