Ver casi un centenar de coches aparcados en pleno paseo del Malecón o en los arcenes de las carreteras durante el Entierro de la sardina o el Bando de la huerta de Murcia, observar cómo conductores con prisa hacen las redondas metiéndose por los carriles contrarios para acortar el recorrido o se saltan semáforos en ámbar acelerando en el último segundo son comportamientos que desgraciadamente se repiten mucho últimamente. Y es que parece que conducir un coche es una actividad propicia para hacer barbaridades para muchas personas. Las aberraciones al volante están demasiado asumidas en un país como el nuestro en el que llevamos la picaresca hasta casi todos los ámbitos. La mala noticia es que lo reconocemos sin mirar más allá. La prueba está en que más de 4,5 millones de automovilistas españoles (el 17 % del total) reconoce haber cometido delitos al volante, como conducir más rápido de lo permitido o tras haber bebido o ingerido drogas, y más de nueve millones desconoce que puede ir a la cárcel por infringir las normas de seguridad vial. Así se desprende del exhaustivo estudio Delitos y criminalidad vial en España. Evolución de la delincuencia contra la seguridad vial (2012-2015), realizado por la Fundación Línea Directa cuando se cumplen 10 años de la reforma del Código Penal en esta materia, para hacer balance y debido a que se ha incrementado el número de fallecidos en los últimos tres años.