Tras inundar de lágrimas el cónclave del PP, López Miras se sobrepuso, y una vez designado presidente in péctore de la Comunidad exclamó: «He llorado esta mañana todo lo que tenía que llorar;a partir de ahora las lágrimas se tienen que convertir en fortaleza». Acababa de dimitir PAS, su mentor. Un PAS metido a salvapatrias, que en estos días de pasión redentora se inmolaba para salvar a la región de un tripartito «de nefastas consecuencias». Para librarnos de un pacto cerrado, según él, entre Ciudadanos, PSOE y Podemos, que en los últimos días le venía «quitando el sueño».

Lo que tenía en vilo a Rajoy, sin embargo, mucho más que las tribulaciones personales de Pedro Antonio Sánchez, era la posibilidad de perder el Gobierno en la región. Algo que iba tomando cuerpo a medida que se acercaba el día de la moción de censura y PAS seguía enrocado, atornillado al sillón, mientras el juez Velasco pedía formalmente su imputación en el caso Púnica, y el fiscal Anticorrupción se disponía a atribuirle un quinto delito por posible comisión de fraude de subvenciones en el Auditoriogate. En el pragmatismo de la política, el PP aplicó la máxima de que PAS puede haber muchos, pero que 'poder', con control de las instituciones y de los presupuestos, sólo hay uno.

La dimisión inevitable se ha saldado, no obstante, con una contrapartida de enorme calado. PAS ha logrado que sea nombrado para sucederle en San Esteban, como presidente accidental, un joven e inexperto político que hará lo que él le mande y que no rechistará si, llegado el caso, tiene que volver el titular. El pacto de vasallaje entre ambos así lo estipula. «A partir de hoy me pongo a tu disposición», le dijo FER a PAS para despejar cualquier duda sobre quién sigue mandando aquí. Más claro, agua.

Así es como el PP viene entendiendo la política en Murcia. Como un juego de lealtades pandilleras, intereses partidistas y cacicadas, esta vez sí, de 'nefastas consecuencias' para la región. Bastará recordar que desde abril de 2014, mes y año en que Valcárcel, el verdadero culpable de esta crisis política, decidió dejar la presidencia para irse a su exilio dorado de Estrasburgo, la Comunidad ha tenido cuatro presidentes. Cuatro jefes del Ejecutivo en tres años, que no es moco de pavo. Me ahorraré la consulta en el Guinness, pero no creo que haya muchos que nos ganen en esta desquiciada carrera.

Dispongámonos, por lo tanto, con el futuro nombramiento de López Miras, a escuchar 'la voz de su amo'. Como en aquellos discos antiguos en que la fidelidad del sonido grabado con respecto al original era la marca de la casa. O mejor aún, a presenciar shows televisivos de ventriloquismo que nada tendrán que envidiar a los de la legendaria Mari Carmen. Lo que tendremos ahora, valga la metáfora, es a «Pedro Antonio y sus muñecos», cuyo papel estelar le está reservado a Miras. El ventriloquismo, ya se sabe, es el arte de hacer que un objeto inanimado cobre vida. Y para que la voz del ventrílocuo sea convincente tiene que ser diferente de la suya. Así que oiremos palabras que parecerán salir de la boca de FER pero que brotarán en realidad de la boca entreabierta de PAS, creándose la ilusión de que estamos ante dos personas distintas.

Algún día habrá que pedirle cuentas a Valcárcel por haber metido a la región en el atolladero en que se encuentra. Por haber dilapidado no sólo el dinero de los murcianos sino también la confianza depositada en él por la ciudadanía, anteponiendo los intereses políticos personales a los generales. Y no será, como dijo Garre, porque no estuviera avisado. Su nefasta gestión económica al frente del Ejecutivo se ve ahora todavía más empañada por su rocambolesca gestión política al frente de su partido.

Se equivocó en su día Valcárcel haciendo de ventrílocuo de PAS, como ahora se equivoca PAS haciendo de ventrílocuo de FER. Siguen sin aprender que el ventriloquismo tiene en su haber memorables shows televisivos pero resulta ridículo en las tribunas políticas.