Como ilustra el chiste de Camilo de Ory que da título a estas líneas, la palabreja postverdad se ha instalado entre nosotros a una velocidad que presagia a su vez un rápido desagüe. Nacida al calor de las campañas de Trump y el Brexit, de boca de periodistas aparentemente nacidos ayer, sirvió durante unos meses para etiquetar el sofoco que cundía entre las clases bienpensantes ante el grosor de la sal de los nuevos discursos políticos. Como argumenta fantásticamente Esteban Hernández ( elconfidencial, 6/I/17), mucha de esa crítica del palo a la postverdad se hace desde una óptica que bien podríamos llamar preverdad de toda la vida. A ver si os suena aquel «Ha sido ETA, y el que diga lo contrario es un miserable». Otro ejemplo, de solo unos meses antes y de boca del entonces presidente Aznar: «El régimen iraquí tiene armas de destrucción masiva». «¿De eso usted está seguro?». «Puede estar usted seguro y todas las personas que nos ven. Estoy diciendo la verdad» ( Las mañanas de Cuatro, 13/II/2003). Si se refería a la -pre o a la -post es un secreto que ni Bertín ha podido arrancarle.

De preverdad en postverdad y vuelta a la preverdad, nos encontramos ante una nueva escalada bélica en Oriente Medio y, como ya advirtiese hace veintiséis siglos Esquilo de Eleusis, «la verdad es la primera víctima de una guerra». La muerte según Reporteros Sin Fronteras de 211 periodistas durante los seis años que dura ya el conflicto sirio no ha servido para comprometernos con la fiabilidad de los escasos datos verosímiles que salen del país. Con el aumento de las hostilidades, se inflan más y más esos relatos interesados, . creados ad hoc para alimentar la propaganda belicista. Tras una breve pausa electoral en que nuestro Gobierno simulaba preocupación ante el maxmix de xenofobia y nacionalismo que salía por la boca de Trump (tal vez porque este temor le servía -¡que vienen los populistas!- para atacar al mismo tiempo a catalanes y Unidos Podemos), todo ha vuelto a su cauce, y la preverdad y la postverdad han pactado guerra.

El mes pasado se envió a Cospedal a Washington a firmar el aumento del 100% del gasto en defensa que nos exige Estados Unidos, y poco después zarparon de la base norteamericana de Rota los buques de guerra que bombardearon Siria el pasado día 7, una acción 'medida y proporcionada' según nuestro presidente. Sobre el desarme de ETA, en cambio, no ha habido cambio de postura. Una década después, actores muy parecidos encarnan papeles que rozan el plagio.

De preverdad en postverdad, y vuelta a la preverdad, la muerte mueve la noria. No hay chiste de despedida hoy, amigos.