Pues que aún colea aquel Ignorancias de hace tiempo, y otro más, secuela del mismo? Pues vaya. Pues qué barbaridad. No esperaba yo que las reacciones, aún y a menos, eso es cierto, pero que pudieran alargarse tanto. Por supuesto que todo el mérito no es mío, esa es la verdad. Es también, y no poco, del programa radiofónico que se hace de estos artículos en Radio Torre-Pacheco, 97.7 FM, de la conductora del mismo, que canaliza los comentarios de los participantes, del personal de la emisora, que los cuelga en las redes, con lo que les alarga vida y estancia, y sobre todo, a los contribuyentes que aportan opiniones y pareceres, comentarios, ideas y peticiones, como el de aquella maestra madrileña que utilizó este programa en su clase? Todos ellos enriquecen y son artífices directos y corresponsables de estos ecos que se estiran y se prolongan en el tiempo. Desde aquí, vaya mi agradecimiento a todos ellos.

Y algunos temas, como éste, se resisten a perder protagonismo. O eso parece. Lo cierto es que ya está dicho casi todo, y poco más se puede sumar al mismo. Los que tienen poder, posibilidad y responsabilidad en ello son los que más aportarían, pero son los que más callan. Y los pocos que parecen tener interés son los que aún mantienen vivo este debate, pero ellos no disponen de ese poder ni esa posibilidad ni tal responsabilidad tampoco, y tan solo manifiestan su inquietud. Aunque, no sé, no sé yo. Pero, en fin, por eso me alegra mucho oír en el canal regional de TV al alcalde de Murcia, mi viejo amigo José Ballesta, cuando dijo que en los institutos, en los centros de enseñanza, había que acometer una 'educación en valores'.

Porque esa es la clave: educar en valores. Antes, la sociedad educaba en valores. Desde la familia hasta los maestros de escuela, sin distinción, pasando por la propia sociedad, formaba en valores. A eso se le llamaba educación. La cultura era la totalidad de conocimientos, otro valor de los muchos. El problema es que hoy se confunden ambos conceptos hasta el punto de que la cultura ha prescindido de la educación, no sé si me explico. En las escuelas se transmiten materias, conocimientos, contenidos, formación cultural, sí, pero se ha prescindido de la formación en valores, se ha dejado de lado la educación, en definitiva. Los profesionales, presionados por la Administración y por los propios padres, se desentienden alegando que esa educación en valores es cosa de la familia, no responsabilidad de ellos. Pero lo cierto es que generaciones enteras privadas de tales valores tampoco pueden transmitirlos. Es un círculo vicioso, y los resultados ya han sido comentados sobradamente en esos artículos anteriores. El principio de autoridad se ha roto, y los frutos ya se están cosechando y conociendo.

Lo que dijo el alcalde Ballesta es, pues, la razón de todo: hay que recuperar la educación en valores. Cualquier iniciativa en tal sentido es muy loable. Lo desesperanzador es cuando se anuncia que ese frágil, débil y tímido intento, está avalado por una dotación a los centros que la impartan de unos 3.500 euros anuales. Claramente insuficiente y ridícula, si lo comparamos con las enormes sumas que se dedican a otros menesteres dentro de los propios sistemas educativos. Y esto pone en tela de duda la voluntad que hay tras ello.

Por otro lado, esta triste justificación contrasta con la eliminación de la filosofía en las aulas. La filosofía enseña ética, moral, y a pensar en libertad y con responsabilidad, con racionalidad. Eso son valores. ¿Por qué, entonces, se debilitan a la vez que se intenta, aisladamente, claro, favorecerlos? Estamos viviendo en una sociedad preparada, pero no educada, culturizada pero no formada. Y eso es ignorancia, al fin y al cabo? Y eso mismo es lo que decía, y sigo repitiendo. Lo demás es mucho bla-bla-bla? Y de eso, nos sobra.

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