La definición de determinación nos habla de un ser humano con capacidad de decisión, resolutivo, osado, con valor, con atrevimiento. Capacidades todas ellas que ayudan a triunfar en la vida, porque la decisión nos habla de firmeza de carácter. La cualidad de ser resolutivo significa que toma decisiones rápida y eficazmente. Y la parte positiva de la osadía; todo tiene una parte negativa, nos dice de una persona que es capaz de ser el primero en tirarse al agua a salvar a alguien, pongamos por caso. Sí, la osadía es esa virtud que nos habla de alguien que es capaz de realizar cosas arriesgadas, atrevidas a la hora de afrontar retos. Y el valor, no es necesario que les diga que es un atributo de algunos que son apreciados porque sus actos siempre son admirados.

Sí, la determinación en una persona es digna de admirar, lo que ocurre es que algunos confunden determinación con empecinamiento o, lo que es lo mismo, con obstinación y con terquedad. Y aunque la obstinación es perseverancia y tenacidad, que a simple vista son cualidades, también nos apunta terquedad y esto ya es más preocupante, porque la RAE define la terquedad como «pertinaz, obstinado, que no cambia de actitud o parecer aunque haya argumentos convincentes en su contra». Y hemos de reconocer que había muchos elementos en contra de la pertinaz obstinación que mantenía el presidente de la Comunidad, Pedro Antonio Sánchez, en su «sostenella y no enmendalla» en estos días, que han debido ser angustiosos para él.

No soy juez, por lo tanto no se me ocurrirá juzgar a nadie. Y tampoco tengo la información suficiente como para presuponer que el dimitido presidente haya cometido algún delito; para eso están los tribunales, pero lo cierto es que, lo que me causaba una cierta admiración en él su determinación de enfrentarse a los acontecimientos con una sonrisa y un semblante tranquilo, se fue tornando en ciertas dudas sobre si lo que me parecía determinación no era simplemente terquedad. Quizás él continúe pensando que no hay 'elementos convincentes en su contra' en los casos que tiene ante los tribunales, pero su enroque en el «todo se aclarará y archivará» estaba lejos de beneficiarle a él y a esta Comunidad.

Es cierto que en política si te vas no regresas, por mucho que los tribunales determinaran su inocencia, como le ocurriera hace años al que entonces era presidente de Castilla-León, Demetrio Madrid, al que Aznar, entonces en la oposición de aquella Comunidad, le daba 48 horas para que dimitiese por una acusación falsa. Ni siquiera las agotó cuando sabía que era inocente, como así lo dictaminaron los tribunales, pero no es menos cierto que las instituciones no deberían soportar tanta presión porque se pone en cuestión la propia imagen del organismo al que se representa (los dirigentes del PP deberían ponerse menos estupendos cuando hablan, como lo hacen, de la moción de censura, porque entra dentro de las competencias y obligaciones que la oposición tiene), y aunque sea muy duro encontrarse fuera de la presidencia si los jueces, tal y como parecen 'adivinar' los dirigentes populares, dan carpetazo a sus asuntos pendientes, nos parecería más duro aún mantenerse contra viento y marea en un puesto tan al rojo vivo.

Es difícil adivinar la decisión que tomará ahora Ciudadanos porque creo que ellos están en un sinvivir de dudas y cautelas, pero sí creo que el presidente esperó demasiado al frente del Ejecutivo porque, sea culpable o no, el daño que hizo a la institución es preocupante. Créanme que me gustaría que PAS no fuese culpable de los delitos que se le imputan, porque no me alegra el mal ajeno. Pero mientras eso llega, no debería haberse empecinado tercamente en continuar al frente de una institución a la que tanto daño se le hizo.